Castillo de Farnés: Obrapía y Monserrate, La Habana Vieja. Tres y 45 de la madrugada del nueve de enero de 1959.Un cliente llega al restaurante, y después de dar las buenas noches, pregunta: “¿ya no se acuerdan de mí?, a lo que el dependiente responde: “¡¿cómo no nos vamos a acordar de usted, hombre?!”

“¿Todavía venden fabadas aquí?”, repuso el recién llegado.

“Sí, ¿Quiere pasar a comer?”, asumió el mesero.

“Sí, ahora pasamos, pero… ¡Que vacío está esto…, qué poca gente hay!”

“Es porque estamos a la hora del cierre, pero usted verá como dentro de unos minutos esto se llena de público”.

Aquel cliente que había llegado al Castillo de Farnés, pregunta al cantinero si hay algún hotel modesto donde pasar la noche, cerca el lugar.

El dependiente le responde que sí, que en los altos se halla el hotel Palacio, un lugar humilde, pero decente y limpio. Y la habitación 303 del hotel Palacio, en Monserrate entre Obrapía y Obispo, albergaría al Comandante en Jefe Fidel Castro y sus acompañantes durante su primera noche de estancia en la capital luego del triunfo revolucionario.

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Apenas cinco horas antes, en el antiguo Campamento Militar de Columbia, hoy Ciudad Escolar Libertad, el Comandante en Jefe Fidel Castro pronunciaba su primer discurso en la capital tras el triunfo revolucionario.

“… Creo que este es un momento decisivo de nuestra historia: la tiranía ha sido derrotada, la alegría es inmensa, y sin embargo queda mucho por hacer todavía.

“No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil, quizás en lo adelante todo sea más difícil. Decir la verdad es el primer deber de todo revolucionario, engañar al pueblo despertándole engañosas ilusiones, siempre traería las perores consecuencias y estimo que hay que alentarlo contra el exceso de optimismo…

“…Al parecer se ha conquistado la paz, y sin embargo no debemos estar optimistas. Mientras el pueblo se regocijaba hoy, mientras el pueblo se alegraba hoy, nosotros nos preocupábamos…”