Ayer tomé una guagua de la ruta P 12 en el parque Curita de la habana.,la Guagua va hasta santiago de las Vegas pero con lo difícil que está la situación del transporte ya en la tercera parada estaba repleta.
Mi parada era la cuarta y como siempre miré si venía alguna persona que necesitara mi ayuda.
Entre las personas que se bajaban estaba la señora de la foto que venía con un bolso y un bastón.
Cuando llegó mi parada en Boyeros y tulipán las personas desesperadas por subir bloquearon las puertas y muchas personas no podían bajar.
Entonces les hablé a las personas y les expliqué que unos teníamos que bajar para que otros pudieran subir, hasta antes de hablar era un pasajero más, pero desde que las personas identificaron mi voz las reacciones fueron increíbles.
Al momento todo el mundo empezó a hablarme, en unos segundos se despejaron las puertas y nadie más empujó a nadie, ayudé a bajar a dos señoras y me concentré en ayudar y proteger a la señora mencionada.
Ella hasta ese momento no sabía quién la estaba ayudando y al escuchar a tanta gente hablando de Emiliano me dio las gracias y me preguntó Emiliano el poeta venia en esta Guagua? Y yo le dije parece que sí.
En ese momento ella me mira y me dice no,nooo,nooooo !!eres tú. Sus ojos se aguaron, me abrazó con los dos brazos y empezó a darme besos y decirme que Dios te bendiga.
Unas personas bajaron, otras subieron, las miradas curiosas de casi toda la guagua estaban sobre nosotros, se cerraron las puertas, el chófer arrancó y ella todavía estaba abrazada de mí.
Me pidió una foto y después yo le dije, ahora con el mío.
Hago esta anécdota para que reflexionemos y entendamos que siempre podemos hacer algo por alguien, que todos necesitamos subir a la guagua pero que no es necesario pisotear a otros ni ser inmune a los problemas de los demás.
Por cosas como estas me levanto cada día sabiendo que Dios me tiene en la vida con un propósito y que las cosas que no llegan el sabe el por qué.
Si ayer hubiera tenido un carro hubiera llegado pronto y cómodo pero no hubiera podido ayudar a otros ni hubiera sentido los besos y abrazos de aquella señora que me hizo recordar los que mamá me daba cuando me decía, mijo tu pueblo te ama y te necesita. No le falles nunca.
(Tomado del perfil en Facebook de Emiliano, poeta de la mochila)
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