Por estos días, los Leones de la capital avanzan como si una vieja profecía azul se cumpliera. En cada embestida dejan la marca de sus letras góticas, y en cada victoria late la certeza de que Industriales vuelve a mostrarse como un equipo hecho para la tensión, la esperanza y los grandes desafíos.

Aún no han obtenido oficialmente su boleto oficial para seguir en acción en esta 64 Serie Nacional de Béisbol, pero el umbral de la postemporada ya parece inclinarse ante sus spikes.

Con 10 duelos particulares ganados de los 15 celebrados, el conjunto habanero se mantiene firme en el grupo de vanguardia. La primera meta —lograr un puesto entre los ocho que avanzan a los playoffs— está prácticamente abrazada. 

El camino posterior será igual de exigente: quedar entre los seis de vanguardia para sellar cupo a la venidera Liga Élite, y más allá, el sueño mayor, ese que desde hace tres lustros se ha tornado esquivo: alzar la corona.

No todo ha sido perfecto. Los azules cayeron ante Holguín (1-4), Mayabeque (2-3), Matanzas (2-3) y Sancti Spíritus (2-3), tropiezos que recordaron que en un torneo tan competitivo cada fisura se paga. Ahora, en la recta decisiva, tocará afrontar cinco juegos en el Latinoamericano frente al siempre incómodo Pinar del Río, además de tres duelos pendientes: dos contra Granma y uno ante La Isla.

Aun así, la campaña ha sido sólida. La tropa de Guillermo Carmona batea por encima de la media del campeonato, se ubica cuarto en jonrones e impulsan a aproximadamente uno de cada cuatro corredores en posición anotadora.

Sin embargo, su verdadero bastión está en el montículo, donde han tejido gran parte de su identidad: sus rivales apenas le conectan para .258 en un torneo marcado por la ofensiva, y los serpentineros azules lideran el campeonato en ponches por cada nueve entradas, con más de siete eliminaciones por esa vía.

Los abridores ya suman 24 victorias —solo superados por los de Mayabeque, con 26— y los relevistas ocupan un destacado tercer lugar en efectividad, por detrás de Las Tunas y Sancti Spíritus, tradicionales especialistas del rescate.

No obstante, también existen sombras. Los felinos son oncenos en bases por bolas otorgadas cada nueve entradas, un punto débil que deberán contener para no complicar partidos ajustados. 

La defensa tampoco ha brillado: su average de .967 (la media exacta del torneo) y sus 78 errores en 65 juegos han generado 45 carreras inmerecidas, un lastre que cualquier aspirante al cetro debe corregir. La única buena noticia es que los demás contendientes muestran cifras similares o incluso peores.

Su rotación ha estado marcada por la inestabilidad que provocan lesiones y enfermedades. Han tenido que utilizar a 11 abridores distintos, y la baja de Pavel Hernández —quien vivía una gran temporada— ha sido uno de los golpes más duros. 

Aun así, sobresalen brazos que pueden resultar definitivos en la postemporada: Raymond Figueredo, Remberto Barreto y Lee Andy Plumas, entre otros. En el bullpen, Frank Herrera se ha consolidado como hombre de cierre, y otros como Giandy Gutiérrez, Carlos Manuel Cuesta y Misael Fonseca han dado respuestas efectivas.

Para la última etapa, será crucial recuperar a figuras clave: Fher Cejas, Rafael Orlando Perdomo, Diosvel Nápoles y Juan Xavier Peñalver, hombres que sin dudas elevarán considerablemente la confianza en el bull-pen.

En la ofensiva destacan nuevamente Ángel Alfredo Hechavarría, Dairon Miranda, Yasiel Santoya y Ariel Sánchez, mientras Yosvani Peñalver y el receptor Pedro Roque comienzan a levantar su rendimiento, este último con mejoras notables a la hora de sorprender a corredores tratando de estafar bases.

Los Leones están cerca. Su rugido vuelve a escucharse fuerte, sostenido por un pitcheo dominante, un ataque oportuno y la convicción de que este puede ser el año en que despierten fantasmas gloriosos. La ciudad espera, y en el Latinoamericano, donde tantas veces comenzó la leyenda, la afición aguarda un nuevo estallido azul. Nos vemos en el estadio.

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