Los Leones de la capital han dejado claro en este primer tercio de la 64 Serie Nacional de Béisbol que no vinieron a especular. Con paso firme, se mantienen en el grupo de avanzada con la mira puesta en la clasificación a la postemporada y, más allá, en el boleto a la Liga Élite del Béisbol Cubano.
Si algo ha caracterizado a este Industriales es la solidez de su pitcheo. Sus rivales apenas le batean para .242, segunda mejor cifra del torneo, y son los que más abanicados reparten (156).
Cuentan con un staff de abridores de lujo, curtidos en equipos nacionales, y un bull-pen variado que cumple roles específicos con efectividad.
Aunque deben reducir el promedio de boletos (4.40 por juego completo, décimos en el campeonato), la efectividad global (3.63 pcl) los ubica cuartos y refuerza la etiqueta de que este departamento es su principal fortaleza.
Pero no solo de brazos vive el León. Industriales es uno de los cinco conjuntos que batea colectivamente por encima de .300, con una alineación balanceada entre tacto, poder y velocidad. Además, figuran entre los cuatro elencos con al menos 20 jonrones, con la segunda mejor frecuencia de todo el certamen.
La salida del slugger Yasmani Tomás, que viaja a México para cumplir contrato profesional, no debe mermar la producción, pues la tropa de Guillermo Carmona recibe ahora refuerzos de jugadores que militaban en ligas extranjeras y cuenta con una banca joven que ya demostró que no les pesa la camiseta de las letras góticas.
El talón de Aquiles está en la defensa, donde exhiben promedio de .969, por debajo de la media del campeonato. Con 21 errores cometidos, aparecen octavos en este apartado. No obstante, la dirección del conjunto confía en que, a medida que avance la campaña, este renglón se redondee y el equipo alcance mayor consistencia.
Industriales es mucho más que números. Es una marca, una tradición, un sentimiento. Es el equipo más seguido y más odiado, el que levanta pasiones en cada esquina y el que más trofeos de campeón guarda en sus vitrinas. Su camiseta azul es un símbolo de orgullo para unos y de rivalidad para otros, pero nunca pasa desapercibida.
Los Leones de la capital llevan más de 15 años sin celebrar una corona, y en esta temporada sueñan con volver a lo más alto. Para lograrlo necesitan lo que siempre ha sido su motor: su gente.
Esa multitud que convierte el Latino en un hervidero, que los alienta en las buenas y en las malas, y que ahora también multiplica su apoyo en las redes sociales.
El rugido azul ya se escucha. Falta que su manada lo acompañe hasta el final del camino. Nos vemos en el estadio.
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