A sus casi 74 años de edad, Santa Margarita Skeete Quiñones sigue siendo una excelente conversadora. Apodada por Fidel como "el ciclón de Cuba" por su accionar sobre el tabloncillo de baloncesto, accedió a abrir a Tribuna de La Habana, las puertas de su casa, y las de su alma, permitiéndonos conocer como es un día cualquiera para esta gloria del deporte cubano. Su apartamento está ubicado en el Consejo Popular Alberro, en el Cotorro, sitio donde vive rodeada del amor de sus vecinos.

Allí, lo primero que salta a la vista es que, pese a vivir sola, la soledad no es habitante en su casa. Al momento de nuestra visita allí se encontraban sus fieles "escuderas" María Elena González, organizadora del CDR al cual ella pertenece, y María Caridad Griñán, presidenta del CDR. Apenas preguntarle cómo se siente, con una sonrisa, nos dice que anda con el biorritmo muy alto, que está muy bien. Nos dice que todos los días cuando se levanta, menos sábado y domingo, dedica media hora a hacer ejercicios en la casa. Nos comenta que siempre anda rodeada "por mis vecinas y amistades, principalmente por María Elena y Nena, que se preocupan mucho por mí. Para que entre alguien a la casa, alguna de ellas tiene que estar aquí. Poco después se sumaron María Teresa Correa, presidenta de la Comisión de Atención a Atletas en el Cotorro, y metodóloga de atención a atletas, y Alberto de Dios Interián Rodríguez, metodólogo de Deportes para Personas con Discapacidad, quienes son visita frecuente en su hogar.

Fidel y el Che están presentes en la.vida de Margarita Skeete. Foto: Oscar Alvarez Delgado

Acerca de su adaptación a la ceguera, expresa no fue fácil, "hay que tener buen tacto, acostumbrarse y seguir el camino, porque se perdió la visión, pero no la vida". Ese espíritu de superación le permite cocinar, limpiar, incluso freír tostones, plato que le gusta mucho.

Poco a poco llegan los recuerdos de sus inicios en el deporte, de aquellos tiempos en su natal Holguín cuando colgó un cubo viejísimo en una mata que había frente a su casa y comenzó a tirarle piedrecitas, "Sin saber que era baloncesto, ni que así se había descubierto ese deporte. Después llegó el momento cuando inició en los deportes, solo que en un inicio fue el salto largo, "también me querían para la jabalina, y el ciclismo". Entonces, le preguntamos, ¿cómo llegó al baloncesto? "Ello ocurrió cuando César de la Cruz, Risita Quintero y María Rusti Campanioni estaban realizando pruebas de captación en el Ateneo Deportivo. Yo estaba saltando largo y dijeron que daba para baloncesto". Así comenzó un romance con el baloncesto que la llevó a competir en Juegos Centroamericanos (cuatro oros y una plata), Panamericanos (un oro, una plata, dos bronces y un quinto lugar), Un bronce y dos cuartos lugares en universidad, y tomar parte en tres mundiales, y en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, donde quedó en quinto lugar. EL CERRO PELADO, UNA GESTA INOLVIDABLE

Hay momentos inolvidables, de esos que se llevan por siempre en la piel, y uno de ellos lo fueron los X Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Juan Puerto Rico, 1966.

Margarita recuerda como Estados Unidos no quería que Cuba participará  y todas las trabas que puso, así como el "inmenso apoyo del Comandante. En el momento cuando nos dijo nos vamos, nosotros  estábamos en Camagüey y no sabíamos cómo íbamos a ir hasta que llegamos al buque Cerro Pelado, embarcación que por cierto, fue necesario acondicionarlo para montarnos ahí". "Finalmente, llegamos a tres millas del puerto. En lo que estábamos a la espera para poder llegar, los aviones nos sobrevolaba, incitando a que nos quedáramos. Mientras eso pasaba, había un cañón apuntándonos. Yo comparo la gesta del Cerro Pelado con el desembarco del Granma, que el que condujo el barco, fue el mismo que condujo el Granma". "En esas circunstancias, Yanusa, que era el jefe de la delegación, nos reunió y nos planteó que si era necesario, íbamos ir a nado. Esa fue la primera tribuna antimperialista.

Finalmente mandaron unos barquitos, que si te caías, los tiburones estaban abajo esperándonos. Apenas desembarcar, con la ropa mojada, fuimos directo para el desfile". "Durante l a competencia el ambiente era muy tenso. Los gusanos todo el tiempo gritandonos quédate, quédate, interrumpiendo los entrenamientos, los juegos, queriendo bajar la bandera. Allí fuimos plata, el oro lo alcanzó México, que más nunca pudo ganarnos". El otro lado de la balanza de los sentimientos, ese donde el cariño se desbordó a raudales, lo vivió en 1980, en Moscú. Tomar parte en unos Juegos Olímpicos, aún cuando no se pueda subir al podio, es el sueño de todo atleta, un sueño que no todos pueden cumplir y que ella tuvo la oportunidad de vivir en la Olimpiadas de Moscú 80, participación que califica como "un orgullo tremendo. Ver otras costumbres, hacer nuevas amistades, son experiencias muy lindas".

Margarita siempre está rodeada por el amor y cariño de sus vecinos. Foto: Oscar Alvarez Delgado

ADIOS A LAS COMPETENCIAS

El momento del adiós al deporte activo, ese cuando a los atletas se les "estruja" el corazón y sienten como si de pronto, les faltara el aire, lo vivió Margarita en 1985. Acerca de esa experiencia comenta que: "Hay que ponerse muy fuerte, fueron 20 años en el equipo nacional, para un día determinar ya no juego más. Fue un momento muy duro".

Después del retiro cumplió misión en Venezuela, y le dio clases a las compañeras de la tercera edad, hasta que la vista se le apagó. Al indagar sobre el baloncesto actual en Cuba, nos dice que "hay que trabajar mucho, trabajar en base a cualquier competencia que se acerque, tenerle mucho amor y mucha dedicación, solo así se podrá avanzar.

Tras recibir este año, en la Tribuna Antiimperialista, la Distinción 60 aniversario de los Juegos Nacionales Escolares, Margarita decidió bailar un poco con Justo Morales, ex entrenador del equipo de Voleibol de Cuba. Foto: Reinaldo Hernández de la Victoria

A las espaldas de Margarita, dos fotos destacan, una del Che, y otra de ella junto a Fidel. Preguntamos acerca de esas imágenes y nos explica que la foto junto a Fidel se la tomaron en el Salón de los Embajadores, en el Habana Libre. "Fue al regreso de los Panamericanos del 79. Recuerdo me preguntó por el Copelita de Holguín. Estar a su lado es un orgullo, esa es mi vida. Para mí el está vivo siempre. Al Che lo quiero mucho, siempre he confiado mucho en él".

Los recuerdos de aquellos tiempos en que Margarita Skeete asombraba al mundo con sus actuaciones son tantos que necesitarían mucho más que un trabajo. Pero hay uno que no podemos dejar de mencionar, y fue cuando en Francia, a todo pulmón, trataron de comprarla. sobre  ese momento nos cuenta: "Aquel hombre gritaba una y otra vez, la compro, la compro, la compro... y yo solo decía, este está loco. Finalmente le dije que los principios no se negocian, con lo cual quedó cerrado cualquier intento de compra". Las horas han pasado. Nos despedimos de "el ciclón de Cuba", como Fidel bautizará a Santa Margarita Skeete Quiñones. Sabemos que estará bien, en su casa quedan sus fieles "escuderas", quienes le regalan, de forma incondicional, el cariño, el amor y el respeto que se ganó en sus años como deportista en cuanto evento acudió. Y eso, para Margarita, vale más que todo el oro del mundo.

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