Pocas veces en la historia del deporte se ha vivido una gesta tan emotiva como la que tuvo lugar en junio de 1966, en el buque mercante Cerro Pelado. Los X Juegos Centroamericanos y del Caribe, a celebrarse en San Juan, Puerto Rico, debían comenzar el 11 de junio de 1966 y a pocas horas de su inauguración, la delegación cubana aún se encontraba en alta mar, impedida de tocar tierra puertorriqueña.

El 10 de junio, a unas tres millas de las costas de esa isla, la comitiva cubana aprobó de forma unánime un documento que la historia recogería posteriormente como Declaración del Cerro Pelado. Leído por el director del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder) y jefe de la delegación atlética de la Mayor de las Antillas, José Yanusa, en el documento se denunciaba ante el mundo la irracionalidad de las medidas y provocaciones del gobierno norteamericano para impedir que Cuba pudiese participar en la cita multideportiva.

Foto: Oscar Alvarez Delgado

Este 10 de junio, a 58 años de esa gesta, en la Escuela Superior de Formación de Atletas de Alto Rendimiento (ESFAAR) Cerro Pelado, tuvo lugar un emotivo acto donde se recordó la entrega sin límites de esos hombres y mujeres que, conscientes de la validez de sus reclamos, se mantuvieron firmes hasta que, el 11 de junio, a pocas horas de inaugurarse los Juegos, pudieron ser trasladados a tierra firme. Esa operación constituyó una verdadera odisea, toda vez que el buque cubano no podía tocar puerto, y fue necesario que la delegación cubana abordara, en alta mar, los lanchones en que se trasladarían hasta tierra puertorriqueña, lo cual puso en peligro sus vidas, por lo compleja de dicha acción.

Los atletas Daniela Fonseca y Andy Pereira pusieron una ofrenda floral ante el busto de José Martí. Foto: Oscar Alvarez Delgado
Ángel Eloy Remón García entrega la medalla Jesús Menéndez a Gabriel Briñas Mora, secretario general del Buró Sindical de la ESFAAR Cerro Pelado. Foto: Oscar Alvarez Delgado

El acto efectuado en la ESFAAR, dio inicio con la colocación de una ofrenda floral ante el busto del Héroe Nacional José Martí. Los encargados de rendir homenaje al apóstol cubano fueron los atletas Daniela Fonseca y Andy Pereira, miembros de la delegación olímpica cubana a París 2024. Presidido por Ángel Eloy Remón García, director de ese centro, Alexander Bolaños Murcia, subdirector general, y José E. Edel Marrero, funcionario del Comité Provincial de la Unión de Jóvenes Comunistas, UJC, en el acto se encontraban presentes varios integrantes de aquella histórica delegación, quienes fueron homenajeados
por la aptitud asumida en aquellas difíciles circunstancias.

Durante la jornada, que contó con la participación de varios pequeñines de la Escuela Primaria Augusto Olivares Becerra, y de niñas de la Escuela Nacional de Gimnasia, la ESFAAR Cerro Pelado fue declarada Villa Olímpica. Al respecto, Ángel Eloy llamó a ir a a París con el compromiso de honrar la Patria, y al atleta mayor. Durante los minutos finales de la actividad el director de la ESFAAR hizo entrega de la Medalla Jesús Menéndez a Gabriel Briñas Mora, secretario general del Buró Sindical.

La emoción era palpable en los rostros de quienes, 58 años atrás, habían escrito una de las páginas más gloriosas del deporte cubano. En sus ojos se podía ver lo vivido durante los días de incertidumbre en que esperaron a tener las visas, las emociones de viajar y entrenar en un barco y la firmeza de quienes no se dejaron intimidar por los aviones norteamericanos que sobrevolaban sobre el Cerro Pelado. En esos rostros se apreciaba la disposición de esos hombres y mujeres de cumplir con el compromiso de, en caso de ser necesario, ir nadando hasta las costas de Puerto Rico para defender los colores de la enseña nacional en los X Juegos de San Juan 1966.

A la otra parte de la historia, esa de la que poco, o nada se habla, pudimos acercarnos una vez concluido el acto. En ese momento conocimos, por voz de los protagonistas de la gesta del Cerro Pelado, de las vicisitudes sufridas para abordar en alta mar los lanchones que debían llevarles hasta Puerto Rico; del recibimiento dado por los miembros de otras delegaciones al verlos llegar a tierra firme, de un "tope amistoso" entre cubanos y dominicanos, donde la canción fue el puente de unión entre ambas naciones hermanas.

Niñas de la Escuela Nacional de Gimnasia tomaron parte en el acto. Foto: Oscar Alvarez Delgado

También conocimos del momento del retorno, ese en que nuevamente debieron abordar los lanchones para subir al Cerro Pelado y poner proa a Cuba. Solo que esta vez, en lugar de usar una escalera, fueron izados por las grúas del barco en unas especies de plataformas improvisadas al respecto, lo cual, si bien facilitaba las cosas, puso el corazón de no pocos a latir como potros desbocados, pues la operación no dejaba de ser riesgosa. Otras muchas historias quedaron por contar, y otras tantas preguntas por hacer sobre una de las más grandes gestas del deporte cubano. Motivos más que suficientes, para, en otro momento, volver a conversar sobre la gesta del Cerro Pelado.

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