Con gran orgullo y no menos alegría los seguidores del voleibol en La Habana –y en toda Cuba, por supuesto– recibieron la noticia de la exaltación de la capitalina Regla Maritza Bell Mac- Kenzie al Salón de la Fama de esa disciplina. La buena nueva fue dada a conocer el pasado lunes 20 de mayo en Massachusetts, Estados Unidos, sede de la prestigiosa institución que distinguirá a la cubana y a otros voleibolistas cuya carrera deportiva fue sobresaliente.

Con Regla Bell, Cuba suma ocho exaltados al Salón de la Fama del Voleibol, donde ya aparecen la mejor jugadora del siglo xx, Regla Torres (2001); Mireya Luis (2004); Magalys Carvajal (2011); Mirka Francia (2019); Taimaris Agüero (2021); Yumilka Ruiz (2023) y el legendario técnico Eugenio George (2005).

Todo su talento –y el de sus compañeras– quedó inscrito con letras tan doradas en las coronas ganadas en tres sucesivos Juegos Olímpicos: Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Sídney 2000.

A la Bell no le bastó con ser protagonista en cada uno de esos éxitos y, por si fuera poco, igualmente
puso sus imparables remates como arma indispensable para ganas las medallas de oro en los campeonatos mundiales de Brasil 1994 y Japón 1998.

De más está decir que ella y el resto de las Espectaculares Morenas del Caribe además fueron dominantes en Juegos Centroamericanos, Panamericanos y copas mundiales.

Asombró por su gran capacidad de salto y su potencia como atacadora para agrandar sus 1.80 de
estatura y clavar balones en la cancha de sus rivales de turno que, por cierto, también eran jugadores de altísimo nivel. Su probado coraje se ponía de manifiesto lo mismo cuando su equipo debía remontar un marcador adverso o en las célebres “broncas” con las brasileñas, con quienes la rivalidad solía amenazar con extenderse más allá de la cancha.

Jugó en clubes de España, Italia, Brasil, Indonesia y Filipinas, hasta sobrepasar los 40 años, y la edad no fue obstáculo para que más de una vez fuera elegida jugadora más valiosa o máxima artillera. El Salón de la Fama del Voleibol ha exaltado a Regla Bell, y ese reconocimiento trascendental nos regocija porque los actos de justicia suelen hacerlo. Su lugar entre los grandes siempre estuvo reservado allí. Ocuparlo, solo era cuestión de tiempo…

Ver además:

En la boca del León: Cocodrilos (IV)