Los Leones de Industriales han visto apagarse sus rugidos por estos días después de perder dos subseries particulares seguidas e hilvanar una larga cadenas de derrotas consecutivas en esta Serie Nacional de Béisbol número 63.
Primero ante unos Leopardos que parecían mansos por su bajo poderío ofensivo y luego contra esos verdugos Alazanes granmenses, que producen más que nadie con el madero en ristre.
La manada capitalina se ha desplomado en todos los aspectos de juego y aquellos números esperanzadores que arrojaron en el primer tercio del calendario regular se fueron por los desagües de los estadios Augusto César Sandino y Latinoamericano.
La crisis ahora mismo es total. A la nave azul le entra agua por cualquier hendidura y si no ha naufragado aún es por el impulso que logró en los primeros partidos.
Después del pleito del jueves la tropa de Guillermo Carmona era la número 12 en promedio de bateo (.286), la 14 con corredores en las almohadillas (.277) y la efectividad de carreras impulsadas con hombres en posición anotadora había bajado a un 22.15 por ciento.
Desde el montículo las cosas andan aún peores, sobre todo por la labor de sus rescatistas que están dejando escapar las victorias en las postrimerías.
El staff de relevistas ha permitido 5.76 carreras limpias cada nueve entradas (oncenos en ese apartado), exhibe un alto promedio de bateadores embasados por capítulo (Whip) de 1.85 (lugar 13) y regalan 6.83 bases por bolas por juego, los peores del torneo.
La defensa, para rematar, también ha estado en problemas con 38 pifias cometidas que han provocado 20 anotaciones sucias y un average de fideo de .966, décimos del campeonato.
Con esa progresión no tardarían en caer fuera de la línea roja que delimita la zona de clasificación a la postemporada, pero el béisbol no es una ciencia exacta ni mucho menos.
Este tipo de crisis suelen ocurrirles a los equipos en los eventos beisboleros de larga duración y ya sabemos por experiencia histórica que los felinos son capaces de vencer al mejor de los rivales y caer ante cualquier desconocido.
Sin embargo, en esta oportunidad el optimismo industrialista está afectado por la cantidad de ausencias que sufre la escuadra y la incertidumbre que envuelve a sus atletas lesionados.
En los últimos años hemos visto remontadas increíbles, a peloteros que recogen la bandera azul de la arcilla y se tiran la manada a cuestas y todo tipo de historias épicas que han levantado la moral del equipo más ganador de trofeos de la pelota cubana.
No sabemos si eso ocurrirá en esta temporada y podrán sacudirse el polvo de tantas derrotas en línea para continuar su rumbo a la tierra prometida de los playoffs o si los sustitutos no tienen la capacidad de empujar a un equipo como este.
Pero una cosa es segura: a los Leones hay que matarlos en el terreno y no se rinden hasta que los jueces declaren el último out de los desafíos. Nos vemos en el estadio.
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