Probablemente, la afición más fiel, y la que más contrarios tiene, sea la de Industriales. Incapaces, en su inmensa mayoría, de cambiar de casacas cuando sus leones pierden, tal como hemos visto hacer a la fanaticada de otros equipos.
Los que llevamos sembrado en la sangre ese azul gótico que identifica al equipo de la capital, más de una vez hemos visto cómo, a medida que otras novenas van quedando en el camino, surgen alianzas entre los aficionados de los derrotados, casi siempre, en contra de Industriales. Otros, acuden al Latino, sin importar quien sea el visitador, con el único propósito irle en contra a Industriales.
Esta serie no ha sido la excepción. Incluso, sé de quienes vieron irse a su equipo y se pusieron del lado de Santiago de Cuba. Ahora que Santiago dijo adiós, sencillamente se han pasado al bando de Las Tunas, y todo por irle en contra a los leones de la capital. Incluso, hay quien, tras defender a raja tabla a las avispas, y gritar en las redes sociales, a voz en cuello "ruge leona", ahora se anuncia como tunero de pura cepa, y pronostica una debacle azul.
Quienes utilizan esa frase como arma despectiva contra los peloteros de la capital, al parecer ignoran que en una manada de leones, las hembras llevan la voz cantante, cuando de acorralar una presa se trata. Y son cientos, miles, incluso, decenas de miles, me atrevo a decir, las leonas que en la intimidad del hogar, vía internet, o por teléfono, rugen con fiereza a sus esposos, hermanos, primos, padres, hijos... o simplemente conocidos, exigiéndoles que se pongan para las cosas, y traigan a casa un ansiad título.
Incluso, puede que en pleno estadio, cuando pretenda agredir a Industriales gritándoles leonas, se encuentre con la mirada fulminante, y el rugir imponente de varias de esas felinas. En ese momento, comprenderá que tal grito, es un llamado a la guerra, a que las féminas de Industriales lancen un potente rugido, y en respuesta, los reyes de la selva, se sacudan los fantasmas de la derrota y congelen una entrada complicada, o manden la pelota hasta donde nadie pueda llegar. Pero eso, es algo que difícilmente entenderá quien no lleva, por siempre, el azul gótico sembrado en la sangre.
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Excelente comentario y además muy cierto. Nosotros, los industrialistas, a muerte con nuestro equipo