Pocos aficionados pudieron predecir que esta temporada iba a tener un cierre tan brillante. Catalogada por las mayorías, por los múltiples problemas que la atacaron desde un inicio, como una de las peores versiones en más de 60 años de campañas nacionales, fue rescatada casi a la hora de recoger los bates y ha vuelto a despertar pasiones desenfrenadas.
Solo unas horas antes de comenzar los duelos de playoff, una caballería salvadora llegó no se sabe de dónde, y entre vítores y cánticos de la gran fanaticada que ama nuestro deporte nacional, derribó los muros que bloqueaban los partidos nocturnos y las buenas planificaciones televisivas.
Mientras caía el polvo en la tarja que autentificaba al beisbol como Patrimonio Cultural de esta nación, y los dioses de este deporte saltaban de alegría en su Olimpo, las nuevas generaciones salieron en busca de camisetas alegóricas, los abuelos fueron el centro de atención con sus remembranzas de partidos antológicos y se desbordaron los graderíos de los estadios.
La postemporada ha estado plagada de historias que nos estremecen: novatos que se graduaron, veteranos legendarios que se echaron el equipo al hombro, remontadas, mascotas que cargan en brazos al rival vencido, peñas deportivas que atravesaron la isla para apoyar a los suyos, y hasta el regreso del llamado Clásico de la Pelota Cubana.
Como todo buen guion llegaron a la gran final los dos equipos que más se lo merecían, no solo porque tuvieron que lidiar con sus ausencias como tantos otros, como por la actuación que tuvieron en la fase clasificatoria.
Los leones de Industriales y los leñadores de Las Tunas fueron los equipos que más victorias obtuvieron después de concluido el primer tercio de la campaña regular (34 y 32). Los capitalinos, con su docena de títulos nacionales, son un referente histórico, y los orientales, con sus cinco podios en los últimos seis años, representan a las nuevas dinastías beisboleras.
No es necesario escarbar en las estadísticas que han arrojado ambas escuadras en los diferentes niveles de la contienda para hacer un pronóstico final. La llamada "pesadilla oriental" es el gran favorito para imponerse, porque más allá de liderar la tabla de posiciones en la etapa regular y mostrar su superioridad en las fases de cuartos y seminales, supera a los azules en la mayoría de los departamentos más importante de juego.
Sin embargo, esta tropa que ahora comanda Guillermo Carmona, ha demostrado a través del tiempo que es capaz de crecerse para quebrar vaticinios, cuando toma esos brebajes mágicos llenos de ingredientes psicológicos. Es la final que nos merecemos. Nos vemos en el estadio.
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Verdad que éste playoff rescató al público que ,como yo,había dejado de ver béisbol por disímiles razones. Las semifinales especialmente fueron un magnífico espectáculo.
Así mismo Boris. Brebaje o golpes del destino y casualidades como el " fildeo" de Herrera. Nada que estaba p' ellos la victoria. Sus fieles seguidores se lo merecen. Ya Son campeones. Tienen una máxima de ungean ganador que por sabía los acompaña " a tirar piedras p'alante sin mirar p' tras"