El 17 de marzo de 2022 Dayder Caballero Gutiérrez llegó cargado de sueños por cumplir al Combinado Deportivo El Palmar, en el municipio de Cotorro, sitio donde estrenaría su título de Licenciado en Cultura Física. Tras años de estudio por fin tenía la oportunidad de poner a prueba lo aprendido. Y de qué manera lo hizo.

Dayder Caballero Gutiérrez Foto: Oscar Alvarez Delgado

Dayder recuerda que poco después, en abril, en una reunión de coordinación realizada, se hizo cargo del fútbol juvenil. En ese momento le preguntaron qué lugar pensaba ocupar y sin titubear lanzó lo que pudiéramos denominar como una "bomba de profundidad" al decir: CAMPEONES.

Ahí mismo se "armó la gorda". Los trabajadores de más experiencia le decían no pusiera el listón tan alto; él era un novato y debía ir poco a poco, ganar en experiencia. Pero Dayder estaba decidido a no ceder. Para él subir a lo más alto del podio en esa competencia significaba sacarse una espina que tenía clavada en medio del pecho de su etapa como jugador juvenil, cuando quedó en un "amargo segundo lugar con sabor a tercero".

Las advertencias, reconoció Dayder, no eran en vano: los equipos de fútbol del Cotorro no subían a lo más alto del podio desde el 2008, cuando se alzaron con el título en la primera división, mientras en la categoría juvenil, llevaban cerca de 20 años sin coronarse. Para ponerle la "tapa al pomo" debía comenzar por armar el equipo casi desde cero.

Tenía todo en su contra, el reloj avanzaba implacable y para conformar su armada abrió las puertas a todo aquel que quisiera ponerse a prueba, hasta que finalmente definió su equipo. Entonces es que comenzó el trabajo duro, día a día, con la finalidad de crear no un equipo, sino una familia futbolera.

Comenta que fueron meses de ardua preparación, de enfrentarse a las carencias materiales que todos conocemos. Fue el "hambre de triunfo" de sus discípulos, muchos de los cuales llevaban años jugando en diferentes categorías sin poder coronarse, lo que mantuvo vivo su sueño de ser campeones.

Foto: Cortesía de Dayder

EL TORNEO

Pactado a realizar por el sistema de liga, el torneo se dividió en tres zonas, y de cada una de ellas pasarían los dos primeros equipos a la fase final. Así que había que hacerlo todo bien para aspirar al podio. Sin embargo, peor no pudo ser el inicio del torneo cuando en el partido inaugural, jugado en cancha propia, el equipo del Cotorro recibió el primer gol en contra en apenas 30 SEGUNDOS.

Era una afrenta que no se podían permitir; de las gradas surgió el abucheo. La desconfianza rondaba el terreno; el rostro de los más experimentados mostraba signos de resignación y desánimo. Solo 30 segundos de iniciado el campeonato y ya tenían un gol en contra.

El entrenador rival le miraba como queriéndole decir "eres un novato, tienes mucho que aprender", era como si fuese natural que el recién estrenado iniciara el torneo, no con una derrota, sino con una apabullante goleada. Y no se equivocó. El marcador final mostró un abultado 16-1 de escándalo... solo que a favor del seleccionado del Cotorro.

Al concluir esa fase inicial, los muchachos del novato habían logrado tres victorias y un empate a cero, sin la sombra de un revés, y acumularon 19 goles a favor y solo dos en contra. Las cosas no podían haberles salido mejor.

Foto: Cortesía de Dayder

SEGUNDA ETAPA

La fase definitoria, esa donde se verían las caras los seis mejores equipos del torneo (avanzaron los dos mejores planteles de cada grupo clasificatorio), les deparó emociones y desafíos a granel. El primer reto fue el del transporte.

Contrario a lo ocurrido en la primera etapa, ahora todos los desafíos serían fuera de casa, por lo que debieron de ingeniárselas una y otra vez con el transporte. Lo que si no se podían permitir era perder por no presentación. Sus rivales en esta etapa fueron La Habana del Este, Centro Habana, Marianao, Playa y Cerro.
Nuevamente la diosa fortuna parecía sonreírles y los alumnos de Dayder comenzaron con victoria de 2-1 ante Centro Habana, en partido celebrado en el terreno de la Ciudad Deportiva. Pero las cosas estaban a punto de complicarse, de pronto, por diversas causas, sufrió ocho bajas y debió sustituirlos, tras ser autorizado. Era casi como empezar de nuevo.

En esas condiciones se enfrentaron al Cerro. Esta vez la magia se rompió, y terminaron cediendo 0-1. La derrota les envío directo al cuarto lugar. El ánimo estaba menguado.

Si no lo hacía todo perfecto podían despedirse de la competencia sin siquiera una medalla. Debía de trabajar rápido con sus alumnos para que cargaran las pilas antes de enfrentarse a Playa.

Tenían que ganar, o ganar, y salieron a darlo todo. Fue un partido tenso, muy trabajado que finalmente terminaron ganando por tanteador de 2-0. A continuación llegó el momento de enfrentar a Marianao, que se encontraba primero con par de sonrisas, un empate y siete puntos. De ganar, tendrían la oportunidad de luchar por la corona. Pero los muchachos estaban algo nerviosos, delante tenían un equipo que "viajaba" invicto.

El "novato" debió levantar el ánimo de sus jugadores, por lo que les recordó su lema de combate: "si nos lo creemos, lo logramos", y se lo creyeron. Cerraron a cal y canto su portería, mientras perforaron a placer la red contraria para terminar ganando 6-0. La corona estaba ahora al alcance de sus manos, o mejor dicho, de sus pies.

Foto: Cortesía de Dayder

TIEMPO DE DESCUENTO

Por fin llegó el partido final. Los nervios estaban a flor de piel. El rival de turno era La Habana del Este, equipo que, al decir de Dayder "no se jugaba nada", y eso lo hacía más peligroso.

Ambos rivales se conocían a la perfección. De hecho, en la fase clasificatoria el Cotorro los había vencido por la mínima, 1-0.

Se percibía la tensión en el aire: "para nosotros -recuerda Dayder- era como vivir una final mundial, donde si pierdes, lo pierdes todo, y si ganas, lo ganas todo".

Minuto 21, Jordán Morales Marrero mandó a "guardar" la blanquinegra en el fondo de la portería de La Habana Este. El juego estaba 1-0 a favor del seleccionado del Cotorro. En el reloj quedaban casi 60 minutos, todo un mundo.

Casi de inmediato reforzaron las defensas mientras intentaban ampliar el marcador.

Minuto 70, el desastre, vestido de falta, asoma el rostro. Se canta un penal a favor de La Habana del Este. Un empate les privaría del título. Todos los ojos puestos en el portero; el disparo, la atajada; los muchachos del Cotorro comienzan a saborear el título. Pero aún quedan casi 20 minutos.

Cada segundo pesa un mundo. Los discípulos de Dayder aguantan los embates de La Habana del Este. Llega el tiempo de descuento, nada menos que 12 minutos. En ese tiempo cualquier cosa puede pasar. Finalmente el árbitro pita mientras señala el centro del terreno. Pasara lo que pasara en el resto de la jornada, ya eran campeones.

Recuerda Dayder que los entrenadores rivales se le acercaron para felicitarlo. Había conseguido una hombrada en su debut como entrenador al ganar el campeonato provincial, y lo hizo con siete victorias, un empate, una solitaria derrota; 31 goles a favor y apenas cuatro en contra.

A partir de ahora el "novato" será mirado con recelo por los equipos rivales. Aun cuando su objetivo siempre será el oro, al preguntarle por pronósticos para el próximo campeonato provincial, dijo estar entre los tres primeros. Ello, de por sí confirmaría que este título no es cuestión de suerte, sino de trabajo duro y constante.

Un trabajo en cuyo resultado recibió el apoyo y consejos de los demás entrenadores de El Palmar, así como la ayuda incondicional en la fase final del activista Josué Chapotín. Por el momento Dayder busca fórmulas para mantener a sus muchachos en plenitud de forma mientras busca nuevos talentos con los cuales sustituir a los jugadores que, dada su edad, no podrán defender el galardón que, a base de entrega, sacrificio y constancia, acaban de conquistar.

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