Foto: Oscar Alvarez Delgado

Santiago parece llevar el judo en las venas, puede que no llegue a ser una gran estrella, o tal vez, por el contrario, demuestre que el profesor Ronaldo Veitía no se equivocó cuando, con solo seis años, decidió hacerlo uno de sus alumnos en el tatami de Santa María del Rosario.

La historia de Santiago Miguel Montero Calzada y el judo viene de antes, de cuando con solo cinco años, mientras veía películas de artes marciales, quedó fascinado con ese deporte. Ello bastó para que enseguida le pidiera a sus padres lo inscribieran en judo. En un principio ellos pensaron que se trataba de un capricho pasajero, y le prometieron que lo harían cuando cumpliese seis años. Santiago nunca olvidó esa promesa.

Cuenta la madre que un buen día, por esas cosas de la vida, en la televisión hablaron del proyecto de Veitía. De inmediato Santiago les dijo a sus padres que él ya tenía seis años, y les recordó la promesa que le habían hecho, obligándoles a cumplirla.

La llegada del niño no pudo ser mejor. El lunes entró por primera vez en el tatami, y ya el viernes, efectuó su primer combate, esa vez con un niño de mayor estatura. En pocos segundos llegó la proyección. Sin experiencia anterior y con lógicas fallas en la técnica, Santiago había ganado, en breve tiempo, su primer combate. Así fue como Veitía de inmediato le “echó el ojo”. Al preguntarle sobre cómo es el Veitía en los entrenamientos, me dijo, no es muy recio.

A pesar de su juventud, Santiago ya ha participado en varias competencias municipales, provinciales, y topes, lo que le ha permitido acumular una presea de bronce, tres de plata y un oro. La presea dorada la alcanzó en el zonal de este año, el cual se efectuó en la Loma de los Zapotes, con vistas a la competencia provincial. Esa actuación le dio la posibilidad de encontrarse en estos momentos en un concentrado, con vistas a su participación en la competencia provincial.

Ello significa ir martes y jueves hasta Centro Habana, mientras los sábados el concentrado lo tiene en San Isidro, cerca de la Casa Natal de José Martí. Sin embargo, pese a lo difícil que está el transporte, hasta el momento han encontrado la fórmula para no faltar.

Santiago tiene, entre sus técnicas preferidas, la del uchi mata, y el trabajo en el tachi Waza, y como referente a Arencibia, además de Idalis Ortiz, con quien, salvando la distancia, tiene gran similitud a la hora del ataque, algo que Veitía notó, adecuando sus entrenamientos a las características naturales que él presenta.

Santiago se ve en el futuro como un deportista de alto rendimiento, y en el camino a lograrlo están los próximos Juegos Escolares, donde confiesa, no pretende meterse en el podio, sino hacerse con la presea dorada.

Pero piensa, incluso, en ese momento cuando deba decirle adiós a las competencias, que le gustaría ser médico deportivo, específicamente ortopédico, para poder ayudar a otros, tal como lo han hecho con él.

En ese diálogo cómplice que se crea con el entrevistado y su familia, conocimos que desde la distancia, Veitía siempre siguió los entrenamientos de sus niños del tatami de Santa María. Gracias a una de esas madrinas que aparecen sin uno saber bien de dónde, todos los días, mediante video llamada, Veitía observaba los entrenamientos, a los cuales, aun en días de lluvia, hace que sus padres le lleven, porque los entrenamientos son sagrados. Claro que no es el único “loco” que llega bajo el agua, pues sus compañeros también sueñan en grande, y para concretar esos sueños no pueden faltar a una solo jornada.

Que Santiago, o alguno de sus compañeros de entrenamiento, llegue a brillar en el judo, dentro o fuera del país, es el mejor de los homenajes que estos niños del tatami de Santa María del Rosario, pueden hacerle a Ronaldo Veitía, un hombre con olfato para “pescar” campeones.

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