Pocas veces, escribir, se me ha hecho tan difícil. El corazón late con un ritmo triste, enrarecido, quejumbroso, el cerebro es un revoltijo de ideas encontradas que se niegan a ponerse en orden, y las manos no atinan a encontrar las letras en el teclado.

La noticia llegó de súbito, como un cubo de agua helada que vino a congelar el alegrón recibido unas horas antes, cuando se dio a conocer que a partir de hoy comienza, de forma oficial, la práctica del boxeo femenino en Cuba. Contradicciones que tiene la vida: el día que en Cuba se admite la práctica del boxeo femenino, falleció el gurú del judo femenino en Cuba, el Profesor Ronaldo Veitía Valdivié, quien siempre dijo que la práctica de deportes de combate por parte de las mujeres no significa que pierdan dulzura ni feminidad.

Tras duras semanas de lucha contra la muerte, primero en España, después, en su amada Cuba, el cuerpo del profe Veitía no resistió más. El hombre que llevó al judo femenino a planos estelares, el que logró sus discípulas sacaran medallas de todos los colores en los más encumbrados eventos internacionales, incluidos campeonatos mundiales y juegos olímpicos, logró, antes de morir, cumplir su deseo de regresar a Cuba, de retornar a ese inmenso “cuartel general” que es su entrañable pueblo de Santa María del Rosario, y falleció, como él quería, en su amada Patria.

Es difícil hablar en pasado de quien aparece en la memoria, una y otra vez, pese a su gruesa anatomía, moviéndose impetuoso, siempre agitado, con ojos que se quieren tragar el mundo, y que lo mismo expresan un desacuerdo, un regaño, que un alegrón inmenso. Estados que millones de personas vivimos, sufrimos, y festejamos junto a él. Es difícil escribir una crónica del profe, las manos pesan como lingotes de plomo. Dejo a sus nuevos alumnos, a esos que comenzó a formar al amparo de su querida Santa María del Rosario, esa tarea. Cada medalla que ellos obtengan, será un regalo para quien, como pocas personas en el mundo, comprendió y supo transmitir, los misterios del judo.

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