Todos saben que al cambiar el chip de la campaña regular por el de la postemporada, se borra el pasado de súbito, las motivaciones se exacerban, y otras sensaciones se van despertando en sus cuerpos y en el de todos los fieles que los siguen.
Estar en modo playoffs es caer en un estado de ánimo colectivo que no todos los equipos conocen, y que pocos pueden soportar, donde las presiones golpean y las ansiedades puede devorar sueños.
Los felinos, liderados por Guillermo Carmona, entrarán a ese trance con una carga fuerte de los genes heredados por sus antepasados, quienes pudieron alcanzar más coronas que nadie a lo largo de las 60 Series Nacionales anteriores.
Sin embargo, la historia gloriosa que la escuadra exhibe en sus vitrinas no es una garantía de éxito, más si sabemos que apenas queda uno de esos campeones en su nómina, ahora con los grados de capitán. Son estos muchachos los que tienen ahora que tejer leyendas, dejar testimonios de su calidad en el terreno, y rescatar esa gloria perdida hace más de una década.
Estar en modo playoffs es meterse en la boca de los dioses beisboleros, perderse en ese mundo lleno de laberintos y de complejas estrategias, donde hay que dejar fuera la desconcentración, las ansias extremas, el miedo al ridículo, y un amasijo de estímulos externos negativos, que ralentizan los swings y abren huecos invisibles en los guantes de los defensores.
El talento sobra en las filas azules, un equipo que supo hacer los movimientos necesarios después de perder a muchos de sus hombres fuertes antes de comenzar la contienda. Sobran también la entrega y el compromiso con ese uniforme que tanto prestigio le ha dado al béisbol cubano a través de los años, pero para sobrevivir en esa tierra exótica y peligrosa se necesita mucho más que eso.
Poco importan ahora los ejercicios que los mantuvieron en forma física durante toda la fase regular, las repeticiones, el peso que puedan cargar sobre sus hombros, y las carreras de resistencia y velocidad. De poco valen en esta etapa las estadísticas que acumularon, los cuadrangulares que presumen, los ponches propinados y todas esas victorias épicas que lograron alcanzar.
En modo playoffs se ha reseteado la memoria, no hay datos que puedan usar a su favor o en contra, no existen. A partir de ahora el que gana es el de la mente más fuerte, el más centrado, el que no ve los graderíos repletos como una amenaza a sus nervios y a sus músculos. Los Leones pueden tener esa capacidad. Nos vemos en el estadio.
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esta arenga me encanta
Hola Viendo lo que ha pasado al final de la etapa clasificatoria, se debería pensar en alguna forma de recuperar los juegos pendientes que no sea una seguidilla al final, como le ha pasado a Villa Clara, que se jugaba clasificar jugando seguido a vida o muerte. Se pudiera pensar en abrir espacios sin juegos a lo largo de la etapa clasificatoria para no dejar todos los juegos para el final