Pese a sus pequeñas dimensiones, el Gimnasio de Boxeo Rafael Trejo, en el municipio de La Habana Vieja, es un sitio donde se respira la pasión de los grandes campeones que por allí han pasado. El local, que lleva el nombre del primer mártir estudiantil contra la dictadura de Machado, en 1930, es una pequeña joya, a donde han acudido, en distintos momentos, grandes figuras del boxeo cubano.

En ese lugar, antes del triunfo de la Revolución, se practicaba el levantamiento de pesas, voleibol, y también se realizaban peleas de boxeo profesionales. Por allí pasaron, por solo citar unos pocos ejemplos, luminarias de la talla de Kid Chocolate, Teófilo Stevenson, Maikro Romero, y Armandito Martínez (hijo y padre).

Durante los meses de COVID-19, el Trejo no estuvo ocioso. Allí se le dio mantenimiento al ring y sus tableros, los cuales, al momento de nuestra visita, se encontraban guardados, para protegerlos de la lluvia. Y es que el Trejo es una arena con características peculiares, toda vez porque se encuentra en una zona de barrio, y aun cuando sus gradas y el cuadrilátero están techados, por su diseño, la lluvia y el sol también se hacen presentes dentro de la instalación, agregando un ambiente muy diferente al de los gimnasios tradicionales.

Ver un tope de boxeo en el Trejo es una experiencia diferente a cuántas se puedan imaginar. Allí los púgiles están “al alcance de la mano”, el público exige acción constante, y esa presión se puede sentir dentro del cuadrilátero.

Ante la calidad demostrada de los carteles que allí se desarrollan, y la forma como se mantiene esa instalación, Raúl Fornés, vicepresidente primero del Instituto Nacional de Deporte, Educación Física y Recreación (INDER), comentó que en el país existen locales similares a este, “donde se puede hacer algo parecido”.

Mantener en perfecto estado esa instalación, insignia del boxeo cubano, donde el equipo nacional realiza infinidad de topes y entrenamientos, y también se celebran campeonatos nacionales de mayores y juveniles, es la razón de ser de sus trabajadores, de ahí que el Trejo, más que una instalación deportiva, sea una joya en pleno corazón de La Habana Vieja.

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