Con el descenso sostenido de los casos de COVID-19 y el avance de la campaña de vacunación en La Habana, llegó la flexibilización de varias de las medidas tomadas en la capital para el combate de la pandemia, lo cual no implica que cada cual pueda hacer lo que quiera.
Entre las disposiciones aplicadas desde el 29 de septiembre, se encuentra la realización de ejercicios físicos en la vía pública, así como la apertura de las playas, piscinas y gimnasios, todos ellos cumpliendo con requerimientos específicos. Ello ha permitido que la población tenga nuevas vías de esparcimiento, su retorno a la realización de ejercicios en los gimnasios, sitios donde el cumplimiento individual de las medidas establecidas garantiza la seguridad colectiva, al tiempo que no pocos sueñan con que este año se pueda realizar la carrera de Marabana de forma presencial.
Lograr que se mantengan estas disposiciones, y se cumpla con el sueño de los andarines, pasa por el cumplimiento por parte de los practicantes sistemáticos de ejercicios físicos, del protocolo sanitario dispuesto para el uso de los gimnasios, el cual establece que a su entrada exista un paso podálico y un tapete para el secado de las suelas, cuyo uso es obligatorio para quienes allí asistan.
Otras medidas planteadas, que aparecen en el sitio digital JIT, son las de garantizar agua potable, así como un área para el lavado de manos antes, durante y después de terminados los ejercicios. Suministrar soluciones hidroalcohólicas, cloradas al 0,1 % o gel bactericida para la desinfección de las manos. Realizar la pesquisa de trabajadores y practicantes, evitando la entrada de personas con síntomas de enfermedades respiratorias.
También se exigirá a los beneficiarios la prescripción médica como elemento principal para la conformación de las inscripciones en las ofertas de servicios. Contar en los locales, con las condiciones necesarias de ventilación e iluminación y un área para guardar las pertenencias a la entrada del gimnasio.
A ello se suma que el equipamiento cuente con una separación mínima de dos metros y en caso de no ser factible, limitar de manera visible el uso de los equipos, de forma alterna, para cumplir con el distanciamiento físico. También podrán colocarse mamparas entre ellos. Delimitar la cantidad de beneficiarios por turnos escalonados, en correspondencia con los metros cuadrados del local, los aparatos y su distribución espacial, evitando aglomeraciones de personas, y realizar la desinfección (hipoclorito de sodio al 0.5 %) de los equipos y medios de uso común, además de que los profesores e instructores mantendrán, en todo momento, una distancia mínima de 1.50 metros respecto al practicante.
Todas estas medidas, requieren no solo de la responsabilidad individual de los dueños o administrativos de los gimnasios, sino de cada uno de los practicantes, quienes deberán exigir, en caso de incumplirse con alguno de ellos, su implementación inmediata. Ello hará posible, que desde la responsabilidad individual, se logre la seguridad colectiva y que la COVID-19 siga la curva descendente que ha mostrado en las últimas semanas.
Igualmente, aclara JIT, es obligatorio el uso correcto del nasobuco por participantes y trabajadores, que agrega, se recomienda llevar como mínimo dos, para cambiarlos en caso de ser necesario.
A ello se suma el uso obligatorio de toallas por los practicantes, debiendo llevar al menos dos, una para sus manos y otra para los aparatos o implementos, así como realizar los ejercicios con pulóver o camiseta y calzado cerrado. Cumplir con todo ello, es clave para no retroceder en la batalla que desde hace meses libramos contra esta enfermedad, una batalla en la que tiene un peso fundamental el cumplimiento individual de cada una de las medidas planteadas.
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