Después de un año de retraso motivado por la pandemia del nuevo coronavirus que ha azotado al planeta, este viernes 23 de julio quedaron inaugurados oficialmente los Juegos Olímpicos de verano en Tokio, la ciudad del Sol Naciente.
Sin público en los graderíos, por primera vez en la historia de estos juegos múltiples, se encendió el pebetero ubicado dentro del Estadio Olímpico para darle el toque final a una sobria ceremonia limitada por los embates del virus, pero donde se puso de manifiesto el desarrollo tecnológico de esa nación asiática, su rica cultura milenaria, y su idiosincrasia en general.

Varios minutos después de leído el Juramento Olímpico de los deportistas, jueces, y entrenadores que durante estas dos semanas tomarán parte en esta cita estival, más de 1 800 drones inundaron el cielo japonés bajo las notas musicales del célebre tema musical “Imagine” del mítico John Lennon, como símbolo de la unión de todos los pueblos del mundo, uno de los momentos más impactantes de la noche.
Luego de declarado oficialmente inaugurado estos juegos por el Emperador japonés Naruhito, hizo su entrada solemne la bandera olímpica antes de dar paso a la antorcha, un símbolo de esperanza para iluminar un nuevo amanecer más sano, más seguro, y más justo, como declaró hace unos días atrás el director general de la Organización Mundial de la Salud.
El relevo de la tea olímpica comenzó, como es tradicional, con el encendido de la llama por los rayos del sol en la ciudad de Olimpia, Grecia, cuna de los juegos de la antigüedad, y pasó por casi todo el archipiélago japonés de la mano de leyendas deportivas y personalidades de ese país.
El encendido del pebetero, quizás el momento más esperado de la inauguración en cada edición de estos juegos, fue todo un alarde de creatividad y tecnología que impactó a todos.
Bajo el lema de estos juegos: Más alto, más rápido, más fuertes juntos, desfiló una representación de los más de 11 000 atletas clasificados de 205 países en 33 deportes, y donde por primera vez cada nación fue encabezada por abanderados de ambos sexos, para resaltar la importancia de la solidaridad, la inclusión, la no discriminación y la igualdad.
“Unidos por la emoción” y “Seguir adelante” fueron los conceptos fundamentales que trató de transmitir este maravilloso espectáculo, con la idea de traer esperanzas, levantar los ánimos de todos los habitantes de este mundo, mantener la paz, y ponderar la amistad y el respeto por medio de los atletas en competencia y del deporte en general.

La delegación antillana desfiló como se había anunciado, guiada por el tricampeón olímpico Mijaín López y la titular mundial y panamericana Yaimé Pérez, ambos portando nuestra gloriosa enseña nacional.
Sin dudas fue la ceremonia más espectacular y seguida del año, donde millones de personas alrededor del mundo pudieron recibir desde sus casas un gran mensaje de amor, y aprender más de la historia de ese país asiático de más de 126 millones de habitantes, famoso por su desarrollo tecnológico y por sus costumbres ancestrales.
¡Bienvenidos los Juegos Olímpicos!
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