En apenas dos partidos de pelota nuestra selección nacional perdió el derecho de asistir a los Juegos Olímpicos de Tokio del próximo verano. Dos derrotas consecutivas privaron de ese privilegio al único equipo que ha llegado a todas las finales de las citas de los cinco aros y al único también que ha ganado tres medallas doradas en esos eventos.

Con esos descalabros también se cerraron las puertas para Cuba del último torneo clasificatorio a celebrarse a fines de este mes de junio en la ciudad mexicana de Puebla, al no poder ni siquiera pasar a la segunda ronda de la competencia para luchar por un puesto en el podio, requisito indispensable para ir a ese repechaje.

Muchas pueden ser las causas de estas dolorosas derrotas. Sin embargo, a pesar de existir una lista larga de problemas que aquejan a nuestro deporte nacional, esta vez tuvimos la sensación que se podía.

Hastiados de hambrunas ofensivas en torneos anteriores, suspiramos aliviados cuando comenzaron a sonar los maderos cubanos. Se rompieron rachas negativas de turnos al bate sin conectar extra-bases en arenas internacionales y salieron con cierta regularidad los imparables y los jonrones, pero nada de esto fue suficiente.

Otra vez la presión, los pequeños detalles del juego, la improvisación y una mala lectura del cuerpo de dirección de las herramientas que poseen nuestros atletas; dieron al traste con las victorias.

Nos quedamos con la sensación que esta vez se podía alcanzar el objetivo de pasar a la siguiente fase de la competencia, no obstante, las convocatorias cerradas a otros peloteros cubanos que juegan en otras ligas, el abandono de la delegación de una de nuestras principales piezas, las lesiones de dos atletas muy importantes que se desempeñan en la Liga Japonesa, y otros elementos más que harían muy extenso este comentario.

Para jugar un torneo corto donde cada partido es crucial, tenemos que remontarnos a los playoffs de cualquier campeonato donde los directores conocen al dedillo a todos sus jugadores, las alineaciones son sólidas y cada cual tiene bien definida su función para unos escasos desafíos que se jugarán bajo altas tensiones.

No es ese el momento de probar estrategias. Al campo deben salir los que realmente están en óptimas condiciones físicas y mentales en ese momento, y no le debe temblar la mano a nadie para hacer cambios en el momento justo, sin tener en cuenta currículos ni largas hojas de servicio.

A partir del próximo ciclo olímpico, según ha anunciado la Comisión Nacional, el manager de la selección cubana será alguien que no estará dirigiendo ningún equipo provincial. Esto puede ser ventajoso por muchos factores y le dará la posibilidad de hacer un seguimiento más preciso a los jugadores durante todo el campeonato para tener así más elementos al momento de configurar equipos y estrategias.

Por supuesto que ahí no están las soluciones a esta ecuación a veces incomprensible pero las victorias en el béisbol se componen de muchos detalles y ese es muy importante. Nos vemos en el estadio.

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