El cuerpo de lanzadores del equipo Industriales para la venidera campaña continúa fortaleciéndose por estos días. Una de las incorporaciones más importantes es la del diestro David Mena, un serpentinero de 28 años que lanzó cinco contiendas para los Azules y que desde hace dos temporadas lo hace para los Cocodrilos de Matanzas.

“Fue una decisión personal regresar con los Industriales. Este siempre ha sido mi equipo aunque haya estado dos años con el conjunto matancero. Desde el final de la serie 59 las autoridades deportivas de la capital tenían interés en que yo volviera a mi casa azul, pero en aquel momento quise quedarme un año más”, declara en exclusiva a Tribuna de la Habana.

“En Matanzas, tanto mis compañeros de equipo como la afición siempre me acogieron muy bien, allí me sentí como si hubiera jugado con ellos toda una vida y siempre los voy a recordar con mucho cariño”, agrega.

Mena fue un lanzador que desde niño siempre se destacó en los campeonatos provinciales, al punto de encabezar el staff de los guerreros de La Habana del Este, durante varias categorías, y llegó al equipo Industriales, con apenas 18 años, como un talento en desarrollo. En cinco años, con el uniforme de las letras góticas, tuvo forja de 15-13, la gran mayoría de las veces como abridor.

En su primera temporada con los Cocodrilos fue utilizado en esas mismas funciones en 11 de los 19 partidos en que participó, pero el mentor Armando Ferrer comenzó a usarlo como relevista, en varias ocasiones, y el muchacho logró anotarse el primer salvamento de su carrera.

En la recién concluida Serie Nacional, el protagonismo de este lanzador de envíos laterales e incómodos fue tremendo. Estuvo presente en el 38,7 % de los partidos de su equipo y salvó 14 encuentros, para colocarse en la cima de los “bomberos” del país y en una pieza clave en las aspiraciones del elenco yumurino.

En el cruce de semifinales lanzó cuatro capítulos, toleró tres carreras limpias y logró anotarse otro desafío salvado, pero al parecer perdió la confianza de su cuerpo de dirección que en todos los partidos de la gran final jamás volvió a darle la pelota ante el asombro de todos.

“Es algo que ni los aficionados ni yo entendimos. Me encontraba en buenas condiciones físicas, no tenía síntomas de lesiones y, sobre todo, tenía la mayor disposición para resolver cualquier solución del juego en que me tocara trabajar, y eso, en mi modesto criterio, es lo principal que pueda tener un atleta”, dice.

Una vez terminado el campeonato, Mena estuvo esperando la convocatoria para alguna de las preselecciones nacionales que se conformarían pero el llamado nunca ocurrió. “Apagar el fuego” en varias ocasiones y compartir el liderato de salvamentos en una serie donde además hizo el grado para el Juego de las Estrellas, no fueron suficientes para los técnicos encargados de esa tarea.

En total en la temporada regular, a pesar de su balance negativo en victorias y derrotas de 1-6, tuvo una efectividad de 3,53 PCL y un whip de 1,41 en medio de una serie muy ofensiva, liquidó por la vía del ponche a 22 rivales en 51 capítulos, concedió 18 boletos y los oponentes le batearon para 274 Ave.

“Creo que eso fue una falta de respeto bien grande. No se tuvo en cuenta mi esfuerzo y el trabajo de todo un año. Era un premio que nadie me hubiera regalado porque los números hablan. Creo que me lo gané con mi dedicación y mi trabajo y creo que se les fue la mano”, declara.

Sin embargo, David Mena se levantó, se limpió el polvo de las frustraciones, y tomó el camino hacia la capital para estar cerca de su familia, con los sueños intactos en su mochila y unos deseos tremendos de volver a vestir la camiseta azul, la misma que cuando niño tantas veces imaginó usar en la lomita del Coloso del Cerro.

Mis aspiraciones este año son las mismas que he tenido siempre desde que debuté en Series Nacionales, ayudar a la causa azul”, afirma.

“No tengo nada definido sobre el rol que tomaré en el equipo. Lo que si tengo claro son mis deseos de hacerlo bien en cualquier función que me den para poder ayudar, eso es lo más importante”, añade.

Al final de nuestra conversación no podía faltar el mensaje a esa fanaticada capitalina que tanta pasión siente por este deporte: 

Tengan confianza en el equipo y en los hombres que van a defender esa camiseta de León. Nunca pierdan las esperanzas y apoyen como siempre lo han hecho, pero ahora más que nunca

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