La práctica del wushu –como ninguna otra disciplina– se ha ampliado y diversificado en la Isla sobre la base de un principio refrendado por casi todos: es de las disciplinas más completas, que además de haber logrado una sistematicidad a toda prueba, figura entre las de mayores dividendos desde el punto de vista de la salud física, psíquica y espiritual del individuo.
Fundada en octubre de 1995, año del aniversario 35 de la oficialización del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y la República Popular China, la Escuela Cubana de Wushu (ECW), tanto por la naturaleza de sus ejercicios, como por los métodos de enseñanza-aprendizaje, y su filosofía, es deporte, sí, pero también, arte, de lo cual resulta una mezcla que desde aquella lejana fecha, mucho ha contribuido al fortalecimiento de la hermandad entre ambos pueblos y gobiernos.

“El wushu es arte por la marcialidad y limpieza de su técnica y el aire ceremonial de sus movimientos. Sus ejecuciones incorporan elementos tradicionales nuestros y de la hermana nación asiática, que abarcan vestuario, danza e incluso la religión y la música, que en sordina se deja escuchar en entrenamientos, presentaciones públicas y competencias”.
Eso afirma el Maestro Roberto Vargas Lee, fundador y desde entonces presidente de la ECW, quien reconoce que la institución, mediante las lides, cursos, visitas de intercambios, talleres y conferencias, ha contribuido a que chinos y cubanos nos acerquemos y conozcamos más mutuamente.
“Pertenecemos a la Federación Internacional de la disciplina, con sede en el gigante asiático. Radicamos y somos parte activa del Barrio Chino, cuya principal misión apunta al rescate de las tradiciones de ese país de cultura milenaria, incluido el teatro, de las más antiguas y representativas”.

Vargas Lee hace un balance de los 25 años de existencia. Cita con orgullo las preseas ganadas en torneos internacionales (40 doradas, 27 plateadas y 12 de bronce) y otros reconocimientos de envergadura mundial –no pocos-; menciona las invitaciones a participar en ceremonias de recibimiento a personalidades de otras latitudes que nos han visitado; habla de la existenciade una escuela cubana de wushu, reconocida; cuenta, cuenta y cuenta, pero nada le hace brillar más los ojos que el arraigo popular.
Cuando empezó la enseñanza de wushu en la Isla y se vieron los primeros ancianos practicando tai chi (modalidad del wushu), en explanadas y parques de barrios, algunos creyeron estar en presencia de una moda pasajera. Sin embargo, Vargas Lee aclara que “hoy se ejercita en todas las provincias del país, por unos 8 000 practicantes, incluidos niños y ancianos, de los cuales unos 3 000 viven en La Habana, la cual, con más de 70 grupos municipales, es la meca cubana de este arte marcial llegado del Lejano Oriente”.

                                            
                                            
                                            
                                        
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