Con un cuerpo de lanzadores que ahora mismo es una incógnita y una defensa que en los últimos tiempos ha dejado mucho que desear, los Leones capitalinos vuelven a poner todas sus esperanzas en la ofensiva para salir en busca de la corona perdida hace ya una década.

Dentro de la supuesta alineación regular que saldrá al ruedo del estadio Latinoamericano, el venidero 12 de septiembre, hay  hombres con herramientas suficientes para desplegar ataques efectivos y convertir el campo de juego en un verdadero infierno para sus rivales. La inclusión oficial a la nómina esta semana del jardinero Alberto Calderón a las filas azules y la liberación médica recibida por el “todoterreno” Juan Carlos Torriente, son noticias excelentes para la fanaticada y para las posibles estrategias ofensivas del nuevo mentor Guillermo Carmona.

Sin embargo, el poderío ofensivo del conjunto y la efectividad que pueda lograr va a depender en gran medida de las muñecas de un hombre: Lisbán Correa.

“El Billy”, como muchos lo llaman, será sin dudas una pieza clave dentro de la maquinaria industrialista y está llamado a jugar roles protagónicos en esta batalla de los maderos. Su misión dentro de las filas es prácticamente la más difícil de todas: conectar batazos que se llevan las bardas de los jardines y remolcar a casa a la mayor cantidad de compañeros posibles.

El toletero de 34 años y natural de Arroyo Naranjo está en plena madurez deportiva y lo demostró en la temporada pasada, cuando después de cuatro años de ausencia en nuestros campeonatos nacionales, llegó como un torbellino “dando palos” a diestra y siniestra, para estremecer en múltiples ocasiones los graderíos capitalinos.

Quedará para siempre en el mundo de la especulación que hubiera pasado si “Billy” hubiera tenido la oportunidad de jugar la campaña completa. Al momento de su suspensión, con 35 desafíos jugados, andaba promediando al bate para 408 de averague, había disparado nueve cuadrangulares, exhibía en su hoja de servicios un total de 31 carreras remolcadas para el plato, y tenía un espectacular OPS de mil 247.

Ahora, llegó el momento para que el slugger recoja banderas del suelo y como buen “mariscal de campo” guie a su tropa en el combate que se avecina. Hay confianza y olor a pólvora en el aire. Nos vemos en el estadio.

Foto: Boris Luis Cabrera Acosta