La curva de contagios por el virus SARS-COV 2 está en franco declive en nuestro país y en otros lugares del planeta. El gobierno está analizando estrategias y diseñando planes para regresar a una normalidad entre comillas, ya que, según opiniones científicas, es muy probable que la Covid-19 se quede un buen rato entre nosotros, hasta que aparezca una vacuna que logre prevenirla o erradicarla por completo.

Así las cosas, tendremos que aprender a convivir con reglas de distanciamiento sociales, restricciones, y toda clase de medidas higiénicas que serán todo un reto para la sociedad y para la idiosincrasia misma de todos los nacidos en esta parte del Caribe, tan pasionales y efusivos y tan dados a expresar nuestras emociones con besos y abrazos de todos los tamaños.

¿Qué pasará entonces con nuestra Serie Nacional de béisbol? ¿De qué manera lucharemos contra una enfermedad endémica de tan rápida transmisión y a la vez colmaremos los graderíos para respirar ese aire beisbolero y apoyar a nuestros equipos favoritos?

Una opción que se maneja es jugar béisbol a puertas cerradas. Para algunos es una triste solución que dejaría fuera del estadio la esencia misma del juego. Sin algarabías, ni coros, ni ovaciones, ni choteos criollos, sin rechiflas ni exclamaciones. Un juego sin el sonido de las cornetas y sirenas y huérfano de toda una serie de situaciones típicas, implícitas en nuestro pasatiempo nacional por excelencia. 

Foto: Boris Luis Cabrera Acosta

«No creo sea factible jugar una Serie Nacional sin aficionados. No es lo mismo, eso es como estar en un entrenamiento», me confesó Guillermo Carmona, nuevo director de los Industriales. «Ellos te exigen, son parte del juego mismo. Hay lugares por ahí que ya han empezado así, pero pienso que en caso extremo se pudiera controlar la cantidad de personas que asista tomando medidas de aislamiento y protección. Los aficionados son muy necesarios, nosotros jugamos para ellos»

Otros,  sin embargo, estarían dispuestos a sacrificarlo todo y hacer concesiones increíbles para poder salir de ese mundo oscuro sin béisbol. Firmarían con gusto un acuerdo para que de una vez y por todas los peloteros entraran al terreno y poder, al fin volver, a percibir ese ambiente mágico;  aunque un silencio denso se tenga que adueñar de las tribunas y haya que inhalar esas pasiones desde la pantalla de nuestros televisores.

«Yo estoy loco porque esto arranque. Por supuesto que comenzar sin público para todos los que amamos este deporte es desagradable, pero si no queda otro remedio, tendríamos que hacerlo», dice Armando Ferrer, director de los Cocodrilos matanceros, actuales campeones nacionales, «Ya sabes que esto sería una variante para el entretenimiento de todo un pueblo que al menos pueda verlo y oírlo por radio y televisión»

El debate ya está abierto. ¿Qué piensan al respecto los aficionados?