Con casi 63 años cumplidos y miles de kilómetros en sus piernas, Francisco Iznaga Ordóñez insiste en buscar alternativas para entrenar en estos tiempos de coronavirus. Por su trabajo como funcionario en la secretaría de la Asamblea Municipal del Poder Popular del municipio de Cotorro tuvo la oportunidad de estar entre el grupo de apoyo que durante 14 días trabajó en el Centro de Aislamiento para la Vigilancia Epidemiológica existente en ese territorio.

Fueron dos semanas durante las cuales la Residencia Estudiantil, Doctor Fermín Valdés Domínguez, se convirtió en la casa de viajeros, personal médico y trabajadores de apoyo, con el fin de frenar la propagación del Coronavirus en Cuba. Sobre lo vivido durante su estancia en ese centro y cómo se las ingenio para mantenerse entrenando Iznaga comenta: “Esta es una experiencia única. Estamos pasando por un momento que no habíamos vivido nunca, algo nuevo para todos. Ha sido bonito, una vez más, poder aportar a una tarea tan difícil como esta, muy humanitaria, peligrosa, donde nadie sabe las consecuencias que le puede traer a cada uno. Pero sin dudas, es una experiencia maravillosa, porque pudimos ayudar un poquito a que menos personas se compliquen con esta enfermedad”.
Hace cerca de 11 días, en la primera visita efectuada por la prensa al Centro de Aislamiento del Cotorro, encontré a Iznaga ataviado de verde total, en medio del área más “candente” de esa instalación, justo donde se encontraban los viajeros recién llegados del extranjero. Ahora, tras concluirse los 14 días de vigilancia y dar negativo el test hecho a los viajeros que allí estaban, lo veo más relajado, resguardado solo con un nasobuco, le pregunto cómo fue el rigor vivido durante esos días.
-En este periodo se nos exigía un mayor nivel de protección, toda vez que estábamos en contacto con los viajeros, y no se sabía qué síntomas pudieran presentar en un momento determinado. Por ello nos vieron vestidos de verde total, con gorro, nasobuco, bata, sobre bata, pantalón y guantes. Ahora estamos próximos a partir hacia nuestra cuarentena, y ya entregamos ese vestuario. Por eso ahora nos ven más relajados.
Desde donde estoy distingo un trillo en medio del césped, muestra inequívoca de que el tránsito por ese lugar ha sido intenso en estas dos semanas. Imagino que Iznaga es el responsable directo de estas huellas, pues en nuestro anterior encuentro me comentó se las ingeniaba para entrenar en esa área. Al preguntarle al respecto me dice: “Al estar aquí, donde no se puede entrar ni salir, lo primero que hice fue darme a la tarea de buscar un lugar donde pudiera realizar mis ejercicios. Ello siempre fue en horas tempranas, de forma tal que no obstaculizara para nada las funciones que vinimos a realizar aquí”.
“La estancia en este sitio me permitió no tener que ir a la calle, donde no se debe de estar en estos momentos. De esa forma mantuve mi plan de entrenamiento, adaptándolo según las indicaciones que recibía por teléfono de mi entrenador”.
“Como en estos momentos no tenemos competencia alguna, las consultas iban dirigidas principalmente a la dosificación de los entrenamientos. Esta es una etapa de mantenimiento, no sabemos cuándo concluirá esta situación, por lo que no se debe recargar el cuerpo para cuando se retomen las competencias poder subir las cargas y la intensidad”.
Pero, ¿qué hará Iznaga cuando vuelva a su casa? ¿Cómo se replanteará sus entrenamientos a partir de ese momento teniendo en cuenta que no va a tener un área como la que utilizó en el Centro de Aislamiento? Son interrogantes a las cuales nuestro entrevistado respondió de inmediato.
-En la casa va a ser diferente. No vamos a ser indisciplinados. Haremos un plan tanto de fortalecimiento como algún tipo de trabajo de intensidad para mantenernos hasta que se pueda regresar a la calle. Pero siempre vamos a hacer algo en la casa.
“A quienes como yo, aman el deporte, les recomiendo se inventen, con los medios y el espacio que tengan, un gimnasio en la vivienda. Que hagan sus ejercicios, no se paren del todo, aunque no se puedan hacer cosas específicas que tengan que ver con la carrera, que se mantengan haciendo suiza, abdominales, cuanto se pueda hacer en un pedacito del hogar. A todas las personas, les digo que se cuiden, cuiden a su familia, cuidémonos todos y seamos muy disciplinados para terminar con esta pandemia y poder volver, lo más pronto posible, a nuestras vidas normales”.
Más, no podía dejarle ir sin preguntarle, dado las dificultades para entrenar, cuál sería la distancia que el correría este año en Marabana, en el supuesto caso que se pueda realizar este evento, hecho que significaría se ha vencido al COVID-19.
Sabiendo que a él le gustan los retos, no me extrañó escucharle decir que “De ser así y poder mantener los planes de entrenamiento, creo que estaría en condiciones de volver a correr la maratón, e incluso salir a buscar hacer el trayecto uno o dos minutos por debajo de lo registrado en la anterior. Aun cuando en esa edición el registro, pese a la lluvia y los inconvenientes que ello nos trae a los corredores, no fue del todo malo. Pero la inconformidad del atleta es algo complicado, y siempre quiere hacerlo mejor”.