Muy pocos pudieron imaginar este final heroico cuando en un momento de la competencia estuvieron a ocho juegos completos de la primera posición y la mayor parte de esta segunda etapa la pasaron en el oscuro sótano, víctimas de burlas y críticas salidas incluso de su propia fanaticada que, exigente y desesperada, veía impotente cómo su equipo favorito no era capaz de ofrecerle a su icónico director una despedida de los terrenos como merece un hombre con una larga e intachable hoja de servicios como la que ha escrito Rey Vicente Anglada en todos estos años.

Un coraje desmedido y una fe tremenda en el triunfo hicieron posible que los Leones azules vencieran con autoridad en 14 de sus últimos 21 desafíos, aprovechando la debacle de las Avispas santiagueras, quienes recibieron 16 derrotas en esos últimos pleitos, para que ocurriera el milagro en el cumpleaños 500 de la fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana y propiciar que el “Rey”, independientemente de lo que ocurra a partir de ahora en la post-temporada, pueda acogerse al retiro con la rica sensación del deber cumplido.

Como todo deporte colectivo, fueron muchos los que hicieron posible la realización de esta la hazaña que será recordada en el tiempo por varias generaciones de aficionados. El bateo temerario de Yordanis Samón, los cohetes oportunos de los veteranos Yoandry Urguellés y Stayler Hernández, la consistencia del joven Yhosvani Peñalver, el empuje ofensivo de Frederich Cepeda, la chispa que prendió Alberto Calderón y la efectividad en el montículo de los lanzadores pinareños Vladimir Baños y Erlis Casanova, así como el despunte del jovencito Bryan Chi, entre otros.

Pero nada de esto es comparable con la encomiable labor realizada por el cerrador Andy Rodríguez, un muchacho con 21 años recién cumplidos que fue capaz de intervenir en casi la mitad de las victorias de su equipo al punto de terminar esta fase clasificatoria con ocho éxitos y 17 juegos salvados, convirtiéndose así en una especie de paño de lágrimas del cuerpo de dirección y en una figura indispensable para preservar victorias.

Sus contrarios apenas le pudieron conectar para 167 de average, exhibió un WHIP de 1.01, ponchó a 68 adversarios en 61.1 entradas lanzadas y apenas toleró 1.91 carreras limpias por juego completo.

En medio de las festividades y la euforia colectiva capitalina por conseguir el boleto a los play off; reciba Andy nuestro voto para ser seleccionado como el Jugador Más Valioso (MVP) de esta Serie Nacional, por su impacto y su vergüenza deportiva. Nos vemos en el estadio.