La actual situación que vive la Mayor de las Antillas, dada por la persecución de Estados Unidos para impedir el arribo de combustibles a Cuba, ha venido a quitarle la “venda de los ojos” a quienes pensaban, ingenuamente, que el bloqueo ni era tan real, ni tan dañino. Sin embargo, más allá de la situación coyuntural por la que atraviesa el país, los efectos de las medidas ilegales y extraterritoriales que Estados Unidos aplica en su intento por doblegar a la Isla, afectan a todos los sectores y entidades de la sociedad.

Y el deporte no es menos. La persecución de Estados Unidos hacia las entidades deportivas y bancarias que realizan transacciones comerciales con Cuba ha hecho que los gastos por la adquisición de implementos deportivos se multipliquen astronómicamente. Esas medidas han provocado que los proveedores cada vez se arriesguen menos a la comercialización con Cuba, por el temor a posibles sanciones, lo cual obliga a realizar la importación en mercados distantes, principalmente de Europa y Asia, aumentando con ello el costo por transportación, además de pagarlos a precios muy superiores a los fijados en el mercado internacional.

Múltiples son los ejemplos con que el INDER demuestra como el bloqueo afecta al lógico desarrollo del deporte en Cuba, entre los cuales se encuentran el hecho de que para la compra de implementos y artículos producidos por compañías estadounidenses, incluidos no pocos de uso obligatorio por las federaciones internacionales, se haga necesario ir a terceros países, con el incremento de hasta un 30 por ciento de sus costos. Marcas como Louisville, Wilson, Xbat, Rawlings e Easton son ejemplos de ello.

Los deportes con mayores afectaciones son el béisbol, atletismo, softbol, tiro c/arco, natación, clavado, tenis de campo, vela, polo y patinaje. La participación cubana en los Juegos Panamericanos de Lima, Perú, no estuvo exenta de contratiempos dados por el bloqueo. Un ejemplo lo constituye el caso de la esgrima, donde fue necesario comprar las zapatillas de forma directa, apenas con 72 horas de antelación, hecho que hizo abrupto todo el proceso de importación. En cuanto a la competencia de vela, donde la mayoría de los productores homologados para acceder a niveles competitivos son estadounidenses, se hizo necesario alquilar en la sede del evento los implementos, hecho realizado a altos costos, en lo que constituyó una erogación sin retorno, toda vez que el bote, una vez terminado el evento, no viene para Cuba.

En cuanto al clavado, tras la restauración capital realizada al Complejo de Piscinas Baraguá, en el municipio de La Habana del Este, era necesario la sustitución de los ocho trampolines con que cuenta la instalación, lo cual se dilató por los elevados costos de estos implementos.

Pese a ello, varios fueron los intentos realizados para su adquisición mediante distintos proveedores, y solo se lograron importar pagando una alta suma de dinero; pero también hubo afectación en el tiempo, no solo en la preparación de los atletas cubanos a los Juegos Panamericanos, sino en el compromiso de la Mayor de las Antillas de organizar el CCCAM de clavados, evento para cuya realización se tuvo que recurrir a la autorización de utilizar trampolines con riesgo evidente de lesiones, los cuales se encontraban instalados en la provincia de Matanzas. Los trampolines solo pudieron llegar a Cuba un mes después de concluida la competencia, pese a contarse con el financiamiento y todo ello pese a realizarse con tiempo todas las gestiones para su adquisición.

Estos ejemplos demuestran como Estados Unidos trata de impedir el desarrollo de Cuba. Por lo tanto, sobran las razones para exigir una vez más el inmediato cese del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, elemento que frena el desarrollo económico y social del archipiélago.