Las muchachas de la selección de La Habana estarán entre las favoritas para conquistar el título de la próxima Liga Nacional de Fútbol (LNF), cuya cuarta edición tendrá por sedes a la cancha de La Polar y al Estadio Pedro Marrero, aquí en la capital.
En la justa, prevista para iniciarse el venidero domingo 15 de septiembre, se medirán —por el sistema de todos contra todos y a una sola vuelta— las escuadras de Santiago de Cuba, Granma, Camagüey, Villa Clara, Artemisa y el elenco anfitrión. El campeón será el conjunto que finalice con mayor cantidad de puntos luego de enfrentar a los cinco rivales restantes.
Hace un año, en la tercera versión de este certamen, el equipo de La Habana mereció la medalla de bronce, mientras que la escuadra de Santiago de Cuba se alzó con la presea dorada y la formación de Granma ganó la de plata. Con ese resultado, el elenco santiaguero destronó al monarca habanero, que había llegado a lo más alto del podio en la primera y en la segunda Liga Nacional de Fútbol femenino.
No obstante, bueno es recordar que en aquella ocasión la representación giraldilla no contó con siete de sus mejores jugadoras: seis de ellas estuvieron en el once cubano que participó en la última fase de la eliminatoria mundialista, mientras que otra futbolista —Ollancy Arrebato, líder goleadora en la II LNF— fue baja temporal, por prescripción médica.
Ahora el panorama es bien distinto y la directora técnica de las capitalinas, Elizabeth Coff, dispondrá de la mayoría de sus mejores exponentes quienes —al igual que el resto de las asistentes a la lid— solo tendrán como máximo obstáculo la obligación de cumplir con la original y reiterada decisión de tener que salir a la cancha con solo un día de descanso entre un choque y otro.
Para los directivos del fútbol cubano, cinco partidos para cada selección volverán a ser suficientes. Tal vez no para alcanzar los principales objetivos que deberían tener estos certámenes —al parecer, eso es lo menos importante— pero sí para orgullosos, satisfechos y felices poder afirmar ante cualquier interlocutor que “se jugó la Liga”, nombre, este último, que parece un mal chiste si se compara con lo que debe ser una verdadera Liga, en cualquier deporte y contexto.