Hablar con Pedro Fuentes Santana, Árbitro Internacional de Boxeo de la provincia de Holguín, y presidente de la comisión de ese territorio desde su creación, el 17 de mayo de 1982, es uno de esos lujos que cualquier periodista desea tener. En el archivo de su memoria guarda con celo cientos de historias sobre la vida del arbitraje en Cuba.
Este hombre, de pelo plateado y hablar sereno, es miembro de la Comisión Nacional de Árbitros y Jueces desde su fundación, en la cual ha sido vocal. Cada nombre que pronuncia parece cobrar vida, los recuerdos llegan con la fecha exacta, el momento preciso, con un túmulo de precisiones que resultaría difícil para cualquier otra persona recordar.
Pero, ¿cómo se unió al mundo del arbitraje?
“En un inicio me incliné por la práctica del beisbol, y tuve el honor de participar en las dos primeras series nacionales juveniles, primero con Holguín y posteriormente con Mineros. A José Buitriago Miranda, ya fallecido y a quien califico como el padre del boxeo holguinero, le agradezco eternamente me embullara a tomar parte en un curso en Santiago de Cuba.
La propuesta de Buitriago se debió a que todas las tardes iba al gimnasio, donde él me veía llevando el tiempo de los boxeadores. Recuerdo que fue en el año 1962 cuando pasé el curso de árbitro provincial. Posteriormente, en un Playa Girón en Santiago de Cuba, alcancé el título de Árbitro Nacional”.
En su primer torneo, ¿cómo se sintió?
“Fue algo muy impresionante. Recuerdo era un torneo selectivo que se realizaba todos los años en distintas provincias. Esa vez se realizó en Holguín. Trabajar esa primera pelea en mi provincia fue algo muy grande y emocionante para mí.
Primer evento internacional fuera de Cuba, sensaciones y experiencias.
“Yo he participado en varios eventos fuera de Cuba, pero la primera vez fue en una Copa Strancha, en Bulgaria, donde salí el árbitro más destacado. Después fui al Cinturón de Oro, en Rumanía, y otros más. También acudí a los Juegos Centroamericanos de Ponce, los de Medellín, y los Centroamericanos y los Panamericanos de Cuba. Además, participé en dos topes bilaterales Cuba-Estados Unidos, donde tuve la sorpresa de ser designado para una pelea entre Erick Grifin y Rogelio Marcelo. Griffin era el ídolo de Carolina del Norte, ciudad donde se efectuó el tope, y sinceramente, nunca esperé que los dirigentes al frente del evento me escogieran para ese pleito. Ese fue un momento muy importante en mi vida que siempre recordaré”.
Pese a su larga trayectoria nunca participó en una olimpiada, ¿porqué?
“Yo estuve designado por Cuba para la olimpiada de Moscú 80 y un día antes de partir, enviaron un cable informando que por Cuba iba a participar uno solo. Si la memoria no me traiciona, fue Eugenio Basulto (Titi Basulto), la elección de la Federación Cubana”.
Sin embargo, pese a su larga trayectoria en eventos fuera y dentro de la Isla, el torneo que más le ha motivado más fue uno realizado en la provincia de Santiago de Cuba, en una pelea entre Teófilo Stevenson y Vysotski. “Ese fue el segundo enfrentamiento entre ellos —comenta— y yo fui designado para actuar como juez”.
¿EL combate más enredado en que ha actuado?
Eso ocurrió en un Cardín, en Cienfuegos, era una pelea entre Armandito y Ángel Espinosa. Cuando me enteré de mi designación, preocupado por la neutralidad, me acerqué al compañero José Villano Martínez, quien era en ese momento el presidente de la Federación Cubana de Boxeo. Él me dijo lo habían hecho así porque era un Torneo Internacional y yo estaba representando a Cuba no a Holguín. Recuerdo ese combate como uno de los más emotivos de los que se han efectuado”.
“Ambos eran grandes boxeadores, aunque para mí, Ángel Espinosa era más grande. No lo digo porque sea holguinero, sino por sus condiciones como atleta y lo que representó para su provincia y para Cuba”.
¿Alguna vez, mientras ejercía como árbitro, estuvo en peligro de ser noqueado?
“Te voy a ser sincero. Me queda el “grato recuerdo” de un Girón, en Guantánamo. En una pelea de Félix Savón, en un stop, introduje la mano entre los dos púgiles y Savón lanzó en ese momento un recto de derecha que me fracturó el dedo gordo de la mano izquierda.
Imagino no pudo seguir sobre el cuadrilátero
“Todo ocurrió en el segundo asalto y logré terminar el combate. Después el médico me mandó para el hospital provincial, donde me enyesaron el brazo por 45 días. Pero, como había en Holguín un torneo por equipo en el cual yo estaba de jefe de grupo, me quité el yeso antes de tiempo y por ello me quedó lisiado el dedo”.
¿Alguna vez Savón se enteró de lo que había pasado?
“Sí, cómo no. Al otro día, cuando él me vio con el yeso se preocupó mucho, incluso me llevó al hospital donde me volvieron a sacar una placa, y después habló con el ortopédico. Él estaba muy preocupado por el incidente. Aunque en el momento que ocurrió él nunca lo supo, porque me mantuve sujetándome el dedo todo el tiempo.
Hablamos de la primera pelea, ahora, cuéntenos de la última que arbitró.
“Eso ocurrió en un Cardín, en La Habana, en un pleito donde tomó parte Maikro Romero. Pero también tuve el honor de trabajar en un Playa Girón, el pleito 100 en su carácter de invicto, de Ángel Espinosa”.
A sus 76 años, este hombre de pelo plateado y voz firme, a quien en el 2017, en el Pleno nacional de Árbitros y Jueces, efectuado en el municipio especial de Isla de la Juventud, se le hizo un reconocimiento por los años al frente de la comisión en Holguín —territorio que durante 25 años había salido como el más destacado del país—, confiesa ese fue un momento muy especial para él y agrega que tanto la Comisión Nacional, como la provincial, pueden llamarle para todo lo que necesiten, como expresó en octubre del 2017, en el pleno provincial, cuando se jubiló.
A modo de resumen, Fuentes Santa explica: “La Comisión Nacional de Árbitros y Jueces, creada el 17 de mayo de 1982, ha sido la concreción del sueño de los imparciales cubanos. Al frente de la misma han estado valiosos compañeros, desde Benito Sobero, quien fue el primero, al cual sucedieron Ricardo Morales, Teodoro Pérez, Raúl Villanueva Torres, José Barriento Martínez, hasta el actual presidente, Faustino Heredia Machado”.
“Sobre Faustino, debo decir que ha sido una persona que ha mostrado durante los años que lleva al frente de la comisión, una preocupación constante por los árbitros cubanos. Gracias a él también, cada año se celebra, el cuatro de diciembre, el Día del Árbitro Deportivo Cubano. Y no se hace en una sola sede, como al principio era en La Habana, sino que todos los años se rota por las distintas provincias, donde se reconoce el trabajo de la sede, y el de los árbitros seleccionados por deportes y las provincias destacadas”.
Y aunque tener algunas limitaciones le impiden seguir como juez, ello no significa se va a apartar del mundo del arbitraje, toda vez que en su provincia atiende los atletas retirados, sigue dando seminarios y cursos.
Tras la despedida, surge de improviso un recuerdo de los primeros tiempos de la comisión de árbitros y jueces, cuando sus miembros se tenían que costear el gasto del pasaje. “Al llegar a La Habana, las condiciones del hospedaje eran pésimas, en el Latinoamericano, al fondo de la pizarra, en el Fajardo, y así sucesivamente”. A su lado está María Eugenia García, una de las fundadoras de la comisión, perteneciente a la provincia de Villa Clara, quien asienta con la cabeza mientras sus ojos parecen retroceder en el tiempo.
“En la actualidad —agrega Pedro Fuentes— todo ello ha mejorado mucho, aun cuando en algunos territorios hace falta un poco más de atención a esos héroes anónimos que son los árbitros y jueces, quienes también son parte del movimiento deportivo cubano”.
Claro, que al tener al lado a una mujer como María Eugenia García, con toda una vida dedicada al arbitraje y la responsabilidad de llevar sobre las espaldas toda la carga que durante años la sociedad les ha asignado a ellas en cuanto a las tareas del hogar, se impone saber cuán difícil les resulta estar lejos de la casa. Por supuesto, que los hombres también sienten nostalgia de la familia, de los días lejos del hogar, pero indudablemente son ellas, el alma de la familia.
Sin titubear María Eugenia, quien durante años ha sabido sobrellevar la casa y sus funciones en la comisión de arbitraje expresa: “Lo más difícil es dejar a los familiares, para venir a desarrollar un trabajo que para mí, es fundamental. Yo me jubilé y me tuve que reincorporar porque no podía estar sin el arbitraje”.
“Mi familia es corta —agrega—, pero cuando tuve mi niña chiquita tenía que depender de mi mamá y mis hermanas, para que me la cuidaran y yo poder trabajar. Gracias a eso tuve en la provincia buenos resultados”.
Así terminamos esta primera serie de trabajos dedicada los árbitros y jueces cubanos, personas de quienes raramente se habla, y cuando se hace, en la mayoría de las oportunidades es para señalar sus errores, obviando los aciertos. Ellos y ellas son personas de carne y hueso, con sueños y aspiraciones, como cualquier ser humano se enferman, extrañan a la familia, la casa, los amigos, mientras cargan sobre las espaldas los sueños de no pocos atletas y de millones de aficionados que, dependen de una decisión justa para llegar al podio. De ahí la responsabilidad de que, en todo momento, sean imparciales y también, la necesidad de dar a conocer algunas de las interioridades de su trabajo.
Lo mas ingrato es ser arbitro en deportes en nuestro pais cada cubano se cree conlos conocimientos para juzgar; los nuestros son buenos y se les reconoce por su imparcialidad en todos los eventos. Felicidades por la labor desplegada y adelante sus conocimientos y experiencia son necesarios.