Feliz del resultado y de muy buen humor, el mentor del conjunto Toros de Herrera Manuel Rodríguez, dijo que esta Serie del Caribe fue la fiesta de los invitados, en alusión al desempeño de su equipo, campeón del torneo, y al de los Leñadores de Cuba.
«Definitivamente, es el mayor triunfo de mi carrera como atleta y director», comentó a seguidas anticipándose a la pregunta de los periodistas.
«Estoy contento porque trabajamos duro y dirigí a un plantel aguerrido, que no se da por vencido, que sale a jugar las nueve entradas… y aquí está el resultado», expresó.
Fue capaz, además, de apreciar las virtudes del contrario. «El plantel cubano es tremendo equipo, de tradición, que siempre da batalla, a ellos felicidades también», destacó.
Dos de los pilares del conjunto Toros de Herrera, el torpedero Javier Guerra, jugador más valioso de la justa, y el cerrador Manny Corpas, coincidieron en su apreciación: la unidad entre todos, eso nos llevó al triunfo.
Toros engordan a costa de Leñadores
Los panameños salieron literalmente a comerse a los Leñadores y terminaron por doblegarlos en el partido del adiós con tres carreras a una, para conseguir así su segundo título en series del Caribe.
Un equipo de Panamá por encima de sus reales posibilidades y unos Leñadores que pudieron hacer más a lo largo del torneo, se batieron de tú a tú por la corona en el Estadio Rod Carew, que marcó más de 12 000 aficionados en sus graderíos.
El pitcheo volvió a ser un pilar en la victoria ante la escuadra cubana. Un resultado imprevisto de los istmeños, pero victoria al fin y al cabo, y también muy merecida. Todo ocurrió en la entrada inicial. Fue al mismo tiempo el principio y el logro del triunfo. En ese capítulo fabricaron dos carreras que habrían bastado para aspirar a la corona, pero agregaron una más en el séptimo episodio.
La ofensiva de los Leñadores cedió nuevamente y poco pudieron hacer los bateadores para respaldar a Freddy Asiel Álvarez, quien se sobrepuso de un comienzo incierto y luego caminó más de seis innings sin mayores contratiempos.
«Enfrentamos a lanzadores de mucha calidad, nuestros atletas tienen que ganar en disciplina en el home», señaló Pablo Civil, mentor de los Leñadores, en una síntesis del comportamiento de los cubanos.
La mayoría de los cronistas dio como favorito al elenco antillano. Por la historia y por su calidad, son adversarios de cuidado, coincidieron varios periodistas. A pocos les pasó por la cabeza un resultado así, algo imprevisto que no demerita en nada las virtudes del conjunto panameño, pero los integrantes de los Toros pensaban otra cosa y la posibilidad de ganar no estaba lejos de sus aspiraciones.
Contaron con el apoyo de un público entusiasta en los nueve episodios.
Al parecer, en la victoria de este sábado, que les dio el pase a la discusión del título, los cubanos no tomaron el aire suficiente para rematar en la final.
Despaigne y Blanco integran Todos Estrellas de la Serie del Caribe
Cuba no pudo ganar la 61 Serie del Caribe de Béisbol, pero dos de sus principales figuras integraron el Equipo Todos Estrellas del certamen.
Equipo Todos Estrellas
Jugador más valioso: Javier Guerra, campo corto (Panamá).
Lanzador derecho: Lázaro Blanco (Cuba).
Lanzador zurdo: Andy Otero (Panamá).
Receptor: Wilkin Castillo (República Dominicana).
Primera base: Víctor Mendoza (México).
Segunda base: Alexi Amarista (Venezuela).
Tercera base: Elmer Reyes (Panamá)
Jardinero izquierdo: Alfredo Despaigne (Cuba).
Jardinero central: Junior Lake (República Dominicana).
Jardinero derecho: Moisés Sierra (República Dominicana).
Bateador designado: Jilton Calderón (Panamá)
Mánager: Manuel Rodríguez (Panamá).
(Con información de Granma)

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AUNQUE NO CORTAMOS LEÑA, SI LE ECHAMOS MÁS A NUESTRO FUEGO Advierto de antemano que mi comentario hubiera sido muy parecido si el resultado final de la Serie del Caribe nos hubiera favorecido. Hubiesen cambiado algunas palabras, pero la esencia sería la misma, porque nuestro panorama o realidad no pueden variar por un triunfo internacional, y menos por la baja calidad del evento que acabamos de jugar, o más bien, de perder. Un nuevo fracaso, las mismas reflexiones de muchos, pero como siempre, las nulas decisiones de directivos y entrenadores. Podrá perderse cien veces, pero sigo pensando que el talento del equipo cubano lo hacía el mejor de un torneo devaluado en el que terminó ganando el conjunto menos favorecido en los pronósticos pre-competencia. Me resisto a pensar que no teníamos la calidad individual para ganar. Me resisto a reconocer que nuestro nivel de liga esté por debajo de un país que ha decrecido más que nosotros como Panamá. Me resisto a decir que nuestros bateadores no pueden hacerlo mejor. Me resisto a eso y a mucho más, porque había peloteros que sobresalen en Japón y otras ligas con calidad superior a esta última justa, más otros que para un torneo de este tipo tienen para rendir a mayor altura. Y solo los remito a revisar a todos esos peloteros, algunos ya descartes, que salidos de esta misma Serie Nacional han brillado en la Serie del Caribe y todavía lo hacen. Incluso varios de los que han estado en algunas de estas últimas competiciones en las que Cuba ha tenido un papel similar, después han llegado y hasta destacado en las Grandes Ligas. Por eso no podré renunciar jamás a decir que tenemos el talento para hacer un mejor papel en una justa como ésta. Sin embargo, no funcionamos como equipo desde hace muchísimo tiempo, y eso, no es culpa de los jugadores. La responsabilidad está en lo que los rodea, porque ya tampoco se puede hablar tanto de ABC del pelotero profesional cuando unos cuantos ya saben lo que es eso y desde hace tiempo. Para mí es una prueba más, una de tantísimas, que en cuestiones de dirección de equipo y en general, estamos muy mal. La presión sigue a la orden del día sobre los jugadores, presión que he comprobado varias veces con mis propios ojos y poco ha cambiado. No salimos a jugar con alegría, salimos a combatir con un ideal casi obsesivo. Hay que ganar, solo ganar. Y sí, usted tiene que salir a hacerlo, para eso se juega, pero sin que en ello se le fuera la vida. En psicología, seguimos siendo los peores, y aunque los jugadores tienen responsabilidad, para eso hay un cuerpo de dirección, y muchos más que se ven en el dogout de Cuba. Pero estos suelen presionarse más incluso. Dejamos de estimular a figuras talentosas que llevaron a Las Tunas a ser campeón por primera vez, por copar a un equipo de jugadores con rendimiento de otras provincias, muchos de ellos con características similares (lentos, poca defensa, igual posición, etc.), para en la competencia mover las piezas de forma equivocada… cuando se movieron. Se dejó a varios que llevaron a Las Tunas al reinado esperado desde que nació como provincia, para repletar el staff de lanzadores y al final morirse con unos pocos… los mismos de siempre. Civil no lo hizo bien a criterio de la mayoría. Primero por no defender mejor a los suyos para la conformación del equipo, y luego por las estrategias de todo tipo en medio de la competencia. Al final, si hubiéramos ganado con este equipo, que sabemos bien es el 90 % de lo que veremos durante todo el año, solo unos pocos pensarían en el triunfo como un gran título. La mayoría se alegraría, pero sin fiestas ni campanas, porque era, como decía un amigo, matar moscas a cañonazos, pero aun así los cañonazos se quedaron dentro del cañón, o más bien, los hachazos de los “Leñadores” nunca fueron afiladas. Al final, ni se estimuló a Las Tunas como pedían todos, tuneros y no tuneros, ni se ganó la peor Serie del Caribe de los últimos años, para no ser absoluto. Más toda la culpa no puede recaer en Civil lógicamente. Vamos a la preparación del equipo. Nos apuramos con obsesión, al extremo de hacer coincidir dos play off al mismo tiempo y dejar al domingo sin semifinal para tener tiempo suficiente, mucho más que todos los demás, y así pulir detalles y ponernos más en forma. Realmente fue perder la forma. Nos metimos días y días entrenando, ¿con qué objetivo? La misma historia del pasado año cuando se inventaron una Serie Especial sin público, ni prensa, y tampoco resultados. Solo cansancio y recursos invertidos que podían haberse destinado a otras cuestiones más necesarias para nuestro béisbol, como por ejemplo, la tan vilipendiada base, a la que se le debería poner mucho más interés. Fracasamos en los Centroamericanos de Barranquilla. Sí, lo hicimos, ya basta de seguir festejando esa plata como oro en un torneo tan devaluado como esta Serie del Caribe. Pero eso no bastó, dijimos que la Serie Especial fue un éxito, que se cumplieron los objetivos en el evento principal del año con ese segundo lugar y con el rendimiento mostrado por los jugadores, y por lo tanto, volverá a jugarse ahora, porque servirá para lo mismo que no sirvió antes, en un año plagado de eventos como los Panamericanos, el Premier, la Can-Am y en todo esto, la clasificación olímpica. Tokio está más lejos para nuestro béisbol que la distancia geográfica. ¿Lo dudan? A estos eventos a los que iremos con lo mismo de siempre, los que no descansan desde hace… perdí la cuenta. Seguimos negados a llamar a los que se siguen satanizando porque se fueron sin permiso, simplemente porque no podemos renunciar a los principios, aunque la cultura lleve a cabo otra filosofía dentro de un mismo país y en un mismo proceso. Ya hay un acuerdo con la MLB, por tanto, la decisión ahora está en nuestras manos, y si no le ganamos a Panamá en la Serie del Caribe, ¿pretendemos lucir mejor en los otros eventos de mucho, pero muchísimo más nivel sin que se sumen otros jugadores que siguen estando deseosos de vestir el uniforme del que sigue siendo su país, pese a que algunos quieran seguir negándoselo? Mi confianza y estima hacia los peloteros cubanos sigue siendo altísima. Varios lo seguirán demostrando en el futuro, en Japón, en Estados Unidos o en otras ligas más profesionales que la nuestra. Pero mi confianza sobre los otros, los que deciden, solo volverá a existir cuando se vean cambios reales y objetivos. Mientras sigamos pensando que la solución de nuestros problemas está en un cambio de estructura de la Serie Nacional y en la cantidad de refuerzos. Mientras pensemos que por llenarse los estadios y tener juegos cerrados todo marcha viento en popa. Mientras suspendamos sin explicación objetiva por tiempo indefinido y desde una oficina, nuestro Salón de la Fama, sin importar el trabajo de muchos y las consecuencias individuales y generales. Mientras sigamos con nuestras puertas cerradas para los que hoy destacan por todas partes sin pertenecer a la FCB, por no adaptarnos a los tiempos que corren y preferir los prejuicios y las retóricas disfuncionales. Mientras en las categorías menores se dependa sobre todo de las posibilidades monetarias de los padres, junto al sacrificio de los entrenadores. Mientras haya personas en cargos equivocados cuyas decisiones terminan siendo negativas por ignorancia, amiguismo o simplemente de mala fé. Mientras mantengamos a los peloteros jugando todo el año y sostengamos que eso no es malo, que el descanso es peor. Mientras para algunos, los compromisos personales sean más fuertes que los generales. Mientras la molestia ante las opiniones o críticas respetuosas, y el mantener las decisiones criticadas, sean la única reacción de los decisores, sin escuchar a los que tratan de ayudar y participar en las soluciones a los que muchas veces consideran enemigos, pensando que los errores señalados por millones de personas son injurias anteponiéndose así el orgullo personal al patrio. Mientras nos mantengamos lentos, temerosos e ignorantes con respecto al acuerdo con la MLB sin comenzar a actuar en correspondencia con lo acordado. Mientras estas y muchas otras cosas que necesitan acabar de ser cambiadas, siguen en el mismo obstracismo, solo esperen victorias convincentes frente a El Salvador y otros países del tercer mundo beisbolero. Aunque cuidado, Alemania ya nos ganó el año pasado. Si por mi opinión quieren disparar los cañones que no acaban de sonar ni en los peores eventos, solo digo que dispararán contra miles de personas que deseamos lo mejor para nuestro béisbol y sufrimos con la misma pasión con que acometemos muchas acciones para contribuir con él, lo único que conseguirán es echarle más leña a un fuego que no acaba de apagarse… al contrario. Y al final, el único perjudicado será el béisbol cubano.