Durante muchos años, las pulseras magnéticas se popularizaron como un tratamiento alternativo para combatir varios tipos de dolor. De hecho, se llegó a afirmar que tenían la capacidad de reducir el dolor causado por enfermedades crónicas, como la artritis. Pero, ¿en verdad funcionan?
Hay opiniones divididas. Mientras que empresarios y personas que buscan aliviar el dolor defienden su uso, miembros de la comunidad médica y científica desmienten las propiedades que se les atribuyen. Incluso, advierten que para algunos pacientes pueden ser peligrosas.
Esta creencia proviene del periodo del Renacimiento. Desde entonces, se dice que los imanes, usados en pulseras, anillos u otros elementos similares, tienen una energía viva que puede combatir diversas enfermedades, infecciones y dolencias crónicas.
Pero, gracias a los avances médicos que se desarrollaron a partir del siglo XIX, muchos de los beneficios terapéuticos que se les atribuían a estos dispositivos quedaron desmentidos. Incluso, se llegó a determinar que en ciertos casos suponen riesgos.
Entonces, ¿por qué el uso de pulseras magnéticas volvió a ganar popularidad?
Pues bien, este tipo de terapias tuvo un resurgimiento en la década de 1970 a raíz de un estudio realizado por Albert Roy Davis, en el cual se determinó que la energía magnética podía ayudar a calmar el dolor de la artritis, entre otros beneficios.
Desde entonces, se comercializaron una amplia variedad de productos magnéticos, incluyendo imanes y pulseras, a los cuales se les atribuyeron beneficios no comprobados.
En los resultados de las investigaciones que se han hecho al respecto, se ha concluido que las pulseras magnéticas y los productos similares no alivian el dolor. No hay evidencias que demuestren que calmen los síntomas de la osteoartritis, la artritis reumatoide y enfermedades similares.
En un estudio se determinó que ni las pulseras magnéticas ni las de cobre tienen efectos relevantes en el tratamiento del dolor, más allá del placebo. Tampoco se encontraron evidencias sobre su supuesta capacidad para reducir la inflamación.
Incluso, advierten sobre los imanes estáticos de las pulseras, que usarlos como sustituto de la atención y el tratamiento médico convencional resulta peligroso.
¿En fin es seguro utilizar este tipo de tratamientos?
Aunque no hay suficientes evidencias sobre su seguridad, las pulseras magnéticas y elementos similares son seguras para la mayoría de personas. Estos elementos suelen estar elaborados en metal puro, como puede ser hierro o cobre, y vienen en potencias entre 300 y 5000 gauss. Así pues, su fuerza magnética es bastante inferior en comparación con las de máquinas de resonancias.
Pese a esto, se cree que pueden existir riesgos para ciertos pacientes, como los que tienen marcapasos o que usan bomba de insulina. En estos casos, puede acarrear riesgos de efectos negativos. Asimismo, es peligroso abandonar los tratamientos recetados por el médico por acudir a este tipo de terapias alternativas.
Los tratamientos para el dolor varían
No existen remedios milagrosos para el alivio del dolor. Si bien algunas terapias son coadyuvantes a la hora de tratar este síntoma, no es posible calmarlo de manera instantánea. De hecho, a menudo se requieren varios tipos de intervenciones para impedir que afecte la calidad de vida.
Para un tratamiento satisfactorio, lo mejor es acudir al médico y determinar su causa. El profesional, tras evaluar el tipo de dolor y su origen, indicará las mejores opciones terapéuticas. De igual forma, será él el encargado de orientar hacia posibles terapias complementarias que sí funcionan como coadyuvantes.
Así pues, pese a su fama, las pulseras son ineficaces y no tienen las cualidades milagrosas que les atribuye la industria.

Fuente: Mejor con Salud