“Ningún fundamento nos lleva a la verdad porque la verdad no se oculta”
DS

La observó llegar bajo el influjo del bochorno de un prematuro mediodía. Tenía el aspecto determinado de la persona resuelta y segura. Vestía en forma elegante desahogado su cuerpo bajo el tejido blanco de hilo y cubierta con un sombrerito de yarey que acentuaba la intensa mirada de sus ojos.

La cartomántica sintió bajo su cuerpo la corriente que desembocó en su boca entreabierta a las palabras que no pudo detener cuando la visitante explicó haberla conocido en el sueño de aquella madrugada previa a la salida de su casa en busca de la respuesta a la enigmática revelación. Sonrío, inquieta. “Usted fue la mujer negra que vi. ¿Cuánto me cobrará por tirarme las cartas?” La respuesta de la cartomántica borboteó, más con asombro contenido que sorpresa. “No puedo darle 300 pesos”, dijo la dama de blanco. “Solo puedo darle cien”. Sobre la mesita plegable, las cartas “hablaron”. Contaron lo que vieron a través del muro erigido por el hombre que apenas podían ver entre el espacio y el tiempo. Con un gesto de confianza, la cartomántica sentenció: “Está ahí…”.

As de trébol

Lo observa, a través de la ranura que deja entre sus dedos, como si pudiera recortar la imponente silueta y llevarla bajo su vientre y colocarla allí, donde pudiera advertir la púbica sensación del placer oculto detrás de sus palabras. Había tejido una densa e imperceptible tela, lo suficiente lúdica para atraparlo, pero no imaginó que podría lograrlo, hasta con cierta facilidad, justo al descubrir cómo su presencia podía alentarla a cruzar la distancia sostenida por un fino haz de luz verde como un punto diminuto en el espacio virtual. Entonces tamborileó sobre el teclado y esperó. Llevó a su boca la taza de café y saboreó el néctar como su primera victoria. De algún modo ahora le pertenecía y recordó su sonrisa cuando ella colocó, entre sus manos, la porción deseada más que como un detalle, la necesaria ofrenda a su nuevo dios. Recorrió cada palabra confiada bajo el influjo íntimo de los secretos y expulsó una bocanada de sus pensamientos, mientras comenzaba a deglutirlo. Frente a ella, el as de trébol dibujaba lo contornos de la imagen a través de la cual, le compartía en silencio, aquel selfie con una temblorosa sonrisa, cómplice y tan filosa como su ingenua inocencia.

RSM
Agosto 2024

El tambor

Las manos sobre el tambor nunca descansan/ esperan./ Las manos sobre el tambor acompañan viejos cantos/ con voces nuevas./ Las manos sobre el tambor despiertan, en la memoria/ legados de sudor y sangre, historias de viejos barcos, de sueños sin primaveras./ Las manos sobre el tambor/abren los caminos”.

Agradecimientos a Tambores de fundamento Aña Oloyu Obba, y por su canto a Changó, en la voz de Marino Angarica.

Ver además:

Lecturas de domingo: Abracadabra