Ha partido Corina, la cultura y la nación cubana está de luto, sus familiares y amigos estamos inconsolables. Quiso el destino que en esta tarde del primer día de junio me avisaran de su partida, como si anunciaran que estábamos perdiendo otro unicornio de los que cantaba su adorado Silvio.

A pesar de que conocía de la complejidad de su enfermedad y que cada día me mantenían al tanto de la evolución de su posoperatorio no me esperaba esta realidad que me arrancó un sollozo mientras balbuceaba un pobrecita Corina, no podía creer que no se hizo el milagro.

Quizás porque la verdad no tiene remedio al decir de Serrat, y quizás porque la partida de los amigos nos llegan sin avisar, derribando las puertas del corazón dejando el alma a la intemperie, quizás por eso me sorprendió la llamada familiar, anuncian-do lo inevitable, lo irreparable en el corazón de todos sus amigos.

No vengo a escribir sobre su incomparable obra como actriz, profesora y tutora, tema que supongo, los especialistas ya deben estar redactando a estas horas, yo solo quiero escribir de la amiga amante del dominó y de una buena conversación, de aquellos momentos que ya no volverán.

Acabamos de perder a Corina y la cultura cubana ya no será la misma, no disfrutaremos más de sus actuaciones antológicas, de esas que configuran la historia de nuestras vidas, como no recordar ahora la tan repetida frase Maritere, por solo citar una de ellas, pero también sus declamaciones inolvidables.

Ha partido Corina y desde aquí, en la lejanía que me regala hoy el destino, solo puedo pedir que vuele tu alma noble, que tus recuerdos llenan ya la soledad en que has dejado para siempre las reuniones familiares en las casas de nuestros amigos comunes, vuela amiga y se instala en el cielo una nueva estrella.

Ver además:

Fallece la actriz y pedagoga cubana Corina Mestre