Nadie es profeta en su tierra, es una sentencia que no podrá ser utilizada por ningún crítico de arte que pretenda describir el impresionante “Concierto para seis congas y orquesta sinfónica”; sin entender por qué logra transmitirnos el percusionista colombiano Samuel Torres, las imágenes y sensaciones que nos permiten descubrir el legado musical de su país e, incluso, ese vínculo de raíces que nos une como pueblos.

Asi pudo apreciarse en la gala de clausura de Cubadisco 2024, dedicada a la música campesina y Colombia como país invitado, en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba, que convirtió a los presentes en testigos excepcionales de un suceso artístico que marca un antes y un después en la vida del percusionista colombiano Samuel Torres.

Bajo la batuta de su coterráneo Ricardo Jaramillo, el virtuoso Torres demostró su talento musical en los “solos” frente a seis tumbadoras y un cajón, con un derroche de maestría para encontrar las voces de las tumbadoras en momentos de éxtasis; mientras en otros disfrutaba de la ejecución de sus orquestaciones -para esta compleja y enigmática pieza- a cargo de los músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional.

El también compositor Samuel Torres explicó que la obra es resultado de su reencuentro con Colombia, después de una etapa de vida y trabajo, radicado en Brooklyn, Nueva York, en los Estados Unidos, debido a razones personales; “pero me enamoré de una persona y regresé a mi país y me enamoré de su aire, de su música, de sus flores, de sus comidas, de su gente. Siento que esta pieza podrán disfrutarla porque es una obra concebida en el efluvio del amor”.  

Y la razón fue expuesta en un largo aplauso con todo el público de pie que le ovacionaba. No solo haber tocado un instrumento muy conocido por el público cubano y hacerlo con maestría, sino por cuidar de la orquestación de la pieza, que dejó ese grato sabor en los presentes, en una presentación iniciada con “Tres danzas cubanas”, I. Danza del tambor”, II Motivo de Danzas y III Danza Lucumí, de Alejandro García Caturla y la “Opertura para Octubre”, Op. 238, del colombiano Blas Emilio Atehortúa.

Samuel Torres, demuestra la convergencia armoniosa de los ritmos afro-latinos, el Jazz y la música clásica contemporánea. Ha compartido escenarios, producciones discográficas y arreglos musicales, junto y para Tito Puente, Paquito D´Rivera, Yo-Yo Ma, Chick Corea, Alejandro Sanz, Ricky Martin, Arturo Sandoval, Marc Anthony y Shakira.

Su música ha sido interpretada por importantes ensembles como las Orquesta Sinfónica de Berlín y Londres, la Filarmónica de Bogotá, la de Medellín y la Filarmónica de Cali. Ganador de un Grammy Latino al Mejor Albúm Clásico por “Regreso” y ha sido elogiado por la crítica especializada por su “inteligencia, sofisticación y explosividad”, según registra la prestigiosa Revista Jazz Times; galardonado con tres becas New Jazz Works the Chamber Music America y obtuvo el segundo lugar en el reconocido Concurso de Percusión de Jazz Thelonious Monk, en el 2000.

Su compañero, a cargo de la dirección de la Orquesta Sinfónica Nacional (Cuba), el carismático y maestro Ricardo Jaramillo, es creador de la Nueva Filarmonía, orquesta que cumple 20 años de existencia, haciendo ciclos de música alemana desde Beethoven hasta Brahms para celebrar su aniversario con la Sinfonía No.1 de Mahler.

No puedo dejar de reconocer en su apertura, intermedio y cierre de “Regreso”, la presencia de los ritmos que identifican la costa atlántica sudaméricana, el Caribe en toda su extensión, la profundidad de toda la región continental hasta el clásico Jazz de Nueva Orleans y la presencia de dos grandes de la percusión cubana: Tataguines y Chano Pozo.

Foto: David Samuells

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