Conversar con la destacada y multipremiada documentalista Niurka María Pérez Pérez, quien defiende como nombre artístico, Niurka Pérez, es adentrarse en el mundo de una mujer que –salvando las distancias- semeja en su personalidad la esencia del Aleph que describe, el afamado escritor argentino Jorge Luis Borges.

Puedo asegurar que ningún otro adjetivo puede describir a esta realizadora a la cual entrevisté cuando recibía la Distinción Raúl Gómez García, en el barrio Moro-Portocarrero. Visiblemente emocionada, casi nerviosa como si el simbolismo de aquel barrio humilde estableciera la conjunción de aquel reconocimiento, sostuve una de las entrevistas que más he disfrutado con esta mujer Licenciada en historia del arte y que logró su sueño de recrear la realidad detrás de las cámaras.

“Desde niña estaba enamorada del cine. Iba todos los domingos a una sala cinematográfica ubicada en la barriada de Santa Catalina.  También en los cine Rex y Duplex. O sea, que la magia del cine estuvo siempre en mi vida. Ya siendo una joven universitaria, en la carrera de Historia del Arte de la Facultad de Artes y Letras, participaba en los Cine Club de apreciación que tenía lugar en la Facultad Enrique José Varona de la Universidad de La Habana. Tuve el privilegio de ser alumna y luego como mentor de mi tesis de grado al Doctor Mario Rodríguez Alemán y de consultante al reconocido crítico de cine, Walfredo Piñeira, cuya obra puede verse en las revistas Cine guía y La Quincena.

“Desde que se gradué, en 1984, comienzo a trabajar en los Estudios Fílmicos de las FAR, una verdadera escuela de formación. De mis 37 años de labor como documentalista, estuve cuatro en la asistencia de dirección, el resto como guionista y directora”.

_ En una entrevista aseguró sobre su labor docente en la Facultad de las Artes de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA): “Tuve estudiantes en los que percibí cómo se pulían sus talentos. Viví experiencia de ver en el inicio de sus estudios, los diamantes en bruto, con limitados conocimientos de cine, pero con mucha imaginación y creatividad por dentro, y luego de su preparación académica brillaron por la creatividad de sus propuestas. ¿Se considera una constante aprendiz de cine?

_ Es una pregunta que se responde desde la actitud que asumimos desde que nos iniciamos y la desde la responsabilidad de recrear la realidad en el cine documental. También percibí esa sensación en la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV, ubicada en San Antonio de los Baños, actual provincia de Artemisa), donde impartía talleres de realización de documentales.

“Por ejemplo, trabajé como docente en la cátedra de talleres internacionales, en la de documentales -junto al maestro Senobio Faget González (Puri)-, y en la de altos estudios dirigida por Lissette Tunaga, todas vinculados al documental; mientras con Lizette Vila impartía lo relacionado para la realización de proyectos audiovisuales de género. Fue una experiencia muy bonita porque impartíamos experiencias mujeres latinoamericanas dedicadas, profesionalmente, dedicamos a esa especialidad de la cinematografía”.

_ ¿Cómo fue, si hiciera una mirada retrospectiva, el salto desde la Fílmica de las FAR a lo que actualmente alcanzó cineasta?

_ Cuando se desintegraron los estudios fílmicos de las FAR, en enero de 1994, pasé a la bolsa de talento artístico del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT). Fue un momento de tránsito. No dejé de pensar en mi propósito de continuar haciendo cine. En 2001, se crean el grupo de creación de documentales en la Televisión Cubana. Era un equipo de trabajo muy reducido; pero seguimos batallando”.

_ ¿Qué se siente cuando te colocas en la posición de jurado?

_ Una gran responsabilidad. No solo debes apelar a la experiencia acumulada, sino a la confianza de asumir esa importante labor. Por ejemplo en 2022, tuve el inmenso placer de integrar el jurado de CinePlaza en la edición 43 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Junto a la presidenta Conchita Calá, y el crítico Mario Rodríguez Naite, productor de cine y video, investigador, conferencista y jurado en varios eventos de cine, no solo en Cuba, también en el extranjero”.

_ ¿Una de sus obra que marque un momento importante en su vida?

_ Los amo a todos. Cada uno tiene un pedacito de mi corazón. Me entregué a todos desde la investigación, desde el guion. Por ejemplo, Juan y Pepilla (1991), es uno de los documentales que más aprecio de mi obra cinematográfica. Lo realicé en los estudios fílmicos de las FAR; pero puedo sentir un privilegio, en especial, por el que le hice en vida a Dulce María Loynaz, tuve la posibilidad de entrevistarla: A flor de letra, a flor del verso.

“Igual sucede con Las makarenkas (2014) para el cual estuve investigando durante dos años y medio, localizando a todo ese personal. La historia casi inédita de las primeras maestras graduadas por la Revolución cubana. Herminia una de las maestras fundadora, me ayudó muchísimo. Fue muy laureado; incluso con el Festival Cinematográfico Surimagen, allí presenté otros dos rodados en Ecuador que tratan sobre artistas de aquella nación vinculados a nuestro Héroe Nacional José Martí y a la cultura de nuestro país.

“Mi mayor premio resultó compartir una mención con el documental Chávez de Oliver Stone, del destacado realizador estadounidense. Sin embargo, para sorpresa mía nunca se dijo nada. Increíblemente, para mí, no se dio a conocer en los medios de prensa…

“Recuerdo el documental experimental, mi opera prima, Palomas, realizado con la Fílmica de las FAR, lo rodé en diciembre de 1990 y lo edité en enero de 1991. Esa obra participó en varios eventos, incluso en un Festival Internacional del Nuevo Latinoamericano y alcanzó un premio colateral de jóvenes realizadoras, cuyo presidente de jurado resultó el destacado cineasta Fernando Pérez, quien me dio mucho aliento en mi carrera. Para mí fue el gran premio sus consejos. Igual agradezco a otros muchos, entre ellos Enrique Pineda Barnet, quien lamentablemente ya no está físicamente entre nosotros, pero que siempre siguió mi trabajo. Igual a los que me alentaron”.

_ ¿La televisión, cuál es la importancia de ese medio para su labor?

_ Fui fundadora –es algo muy importante en mi vida-, de formar parte de la productora de documentales creada por el destacado cineasta Octavio Cortázar, en la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Por entonces, regresaba de una especialización intensiva en España (1997) en el Instituto Oficial de la Radio y la Televisión Española, de Madrid. Llegué a Cuba y no tenía dónde trabajar y Cortázar me dijo: vamos a fundar la productora de documentales de la Uneac. Supe, después, que seguía mucho mi trabajo.

“Tuve el privilegio de que la primera prueba de cámara, con un equipo recién adquirido para la nueva productora, quien filmó fue Juan Rodríguez y el sonido estaba a cargo de Juan Demostre, las preguntas las hizo el maestro Octavio Cortázar, quien tenía, además, el programa televisivo Pantalla documental y Cine en vida. Siempre quiso que yo tuviera una sección dentro de su programa.

“Reconozco que tenía un poco de miedo escénico. Consideraba que esa labor correspondía a una especialista y Cortázar me rebatía: El trabajo de la conducción y la locución son muy importantes; pero este programa es para que lo conduzca un cineasta, un documentalista, y tu obra es muy reconocida, me interesa mucho. Yo siempre con pena decía que no.

“Cuando el maestro falleció, entonces accedí, estuve unos años conduciendo Pantalla documental. Como puedes ver no solo hice cine documental, he transitado por la conducción de ese programa importante liderado y creado por el maestro Cortázar, miembro fundador de una productora que él creó. No obstante, recuerdo mucho aquellos momentos iniciales en los estudios fílmicos de las FAR. Aunque fuera temática militar, la Asociación Hermanos Saíz, (AHS) tenía una fuerte influencia y logró crear espacios para que aquellos que veníamos de carreras como la de Historia del Arte, nos permitieran realizar proyectos vinculados con la historia, testimonios. Así fue saliendo nuestro trabajo. Documental siempre, es y será mi vida”.

La observo y veo en su mirada a otra mujer que marcó el derrotero de las realizadoras en la cinematografía cubana: Sara Gómez. Quisiera hacerle una pregunta más, relacionada con ese lugar donde recibió la Distinción merecida desde hace mucho más tiempo. En sus ojos advierto sus propias interrogantes. Sonríe. Pienso en cómo sería un documental, bajo su mirada, sobre este barrio habanero que se transforma…

Foto: Portal de la FAMCA

Vea también:

Primer grado: Toma siete, puro estilo