Los tentáculos digitales de la medusa virtual (Daniela) acecha a un joven músico, Mauricio, mientras involucra a quien estuvo dispuesto a ayudarla en medio del acoso que levantó la avalancha en las redes sociales, como resultado de un desnudo artístico viralizado hasta el morbo, en aquel dramático capítulo inicial de la teleserie que pretende conquistar a los espectadores en un espacio estelar de los domingos en Cubavisión.

Los resortes extremos de la colindancia se ponen de manifiesto en uno de los temas más recurrente de los últimos tiempos: el ruido y, de paso, la frágil línea que separa los intereses cuando no se tiene en cuenta el respeto.

Así discurre este quinto escaño donde las dificultades que atraviesa este joven debido a la falta de los ingresos imprescindibles para satisfacer sus necesidades personales lo llevan a otro conflicto: la convivencia intergeneracional y, nuevamente, la vulnerabilidad que presupone recordar a los hijos que las causas de los problemas del presente (domésticos, adquirir alimentos, administrar un hogar), se debe a los sacrificios realizados, en este caso por la madre del músico para que esté pudiera alcanzar el nivel profesional demostrado, mientras la madre (evidentemente soltera) esboza el desgarrador tránsito en su carrera como cantante que apenas sobrevive a lo poco que puede colocar sobre la mesa.

Una verdad a medias, de ningún modo aceptada por el joven y su entrada despertada al reality show, montado por Daniela, quien -desde su insatisfecha venganza- va creando en Mauricio un inesperado contrincante.

El hilo conductor de la historia, más orgánico, que el capítulo anterior deja entrever la inminente encrucijada.

Que se teje en derredor de la subtrama de los hermanos en la cual, uno de ellos, el más pequeño de edad se declara prácticamente en un ladrón que no media siquiera en respetar a la familia.

Para resolver el denominador común de este quinto paso: el dinero.

La venganza, esta vez, toma ribetes de sarcasmo cuando el baile de la quinceañera es interrumpido por las frustrante inserción del músico en este diabólico concurso donde, sin ella saberlo, quedó compartido en las redes de Daniela fragmentos destrozados de este momento tan importante en su vida.

Convergencias: Daniela se encuentra con Mauricio (el pianista) y lleva a la realidad inevitable, una mentira cuerpo a cuerpo devenida en la más grosera manipulación. Y, Mauricio,encuentra la manera de sabotear el momento real de la presentación del músico para el cual trabaja, en la vida real, la propia Daniela.

De esta manera parece que Primer grado, saliera del triángulo inestable del capítulo anterior.