Es preciso mencionar una pandemia que paralizó todo, cuando hablemos de cómo se ha comportado este año 2022 para las artes. Pero para los que vivimos para la cultura cubana y la seguimos de cerca, advertimos que no ha perdido la vitalidad y la fuerza. Este año, incluso, me inclino a decir que ha sido especial para las artes de la isla, porque las experiencias vividas e introspecciones personales, tras dos años de Covid, se han trasladado al lienzo, a la danza, a la música y han resurgido en obras de una profundidad y belleza excepcionales.

La fiesta cultural más grande, la Feria Internacional del Libro, en su edición 30, regresó a nosotros en abril, un poco más tarde temporalmente que en otras ocasiones, pero con resultados satisfactorios. Luego de la obligatoria ausencia en 2021, propuso a México como país invitado de honor. Paulatinamente, los espacios capitalinos se fueron incorporando al panorama con sus programas habituales, e incluyendo otras propuestas para enriquecer sus propias actividades y hacerlas regulares.

Programación variada propuso en este 2022 el Anfiteatro de La Habana, con eventos infantiles, muchos conciertos y música de diversos géneros. Reabrió también Fábrica de Arte Cubano, que compartió desde su apertura un cronograma que sigue siendo de preferencia de grandes masas. Este espacio tiene, además, un mérito añadido humanitario para sus creadores, pues durante el cierre al público instalaron, bajo sus luces, escenarios y vinilos, un centro vacunatorio en La Habana habilitado para la intervención sanitaria con Abdala.

El teatro, la más sufrida de las manifestaciones artísticas con la pandemia, inició en enero con la celebración del aniversario de las tablas cubanas, con amplias presentaciones artísticas y sesiones teóricas, rememorando a importantes creadores. La 11na. edición de Mayo teatral, por su parte, también llegó para ofrecernos una temporada repleta de teatro latinoamericano y caribeño. Durante el 2022, este arte nos deleitó con buenas propuestas para volver a hacerse permanente en el público de la capital.

Las artes visuales nos propusieron funciones expositivas de lujo. Todos los espacios galerísticos de La Habana retomaron su programación de manera ininterrumpida y la escena artística ganó en opciones mejores repensadas y trabajadas. Hay que destacar espacios como galería Acacia que nos presentó en febrero de 2022 la exhibición Apuntes para una monografía, de José Ángel Vincench. Bajo el discurso de la relación texto-imagen, el artista expande los intereses creativos también al campo de la curaduría, de manera muy acertada. Recibe, además, el Museo Nacional de Bellas Artes, una muestra de necesaria mención por el valor que ha aportado a la creación escultórica cubana contemporánea.

Las muchas veces olvidada, escultura, tiene el único protagonismo en una expo que reúne a 10 creadores. De ellos, consagrados de esta técnica: Alberto Lescay, José Villa Soberón, y otros, junto a más jóvenes y con una carrera en ascenso, como es el caso de Gabriel Cisneros. El Museo se enfrentó también al impasse que representó la pandemia como obstáculo en el camino, pero finalmente, no hubo impedimento para ofrecerle sus salones del patio a una selección de los maestros escultores cubanos. Elocuencia del silencio todavía puede ser disfrutada hasta febrero de 2023.

No podemos dejar de mencionar la 14 Bienal de La Habana que también sufrió aplazamientos por los estragos de la Covid, y a su regreso cambió su formato habitual, extendiendo el ciclo teórico y expositivo, para concebirla a partir de tres experiencias o momentos. De las propuestas resultantes, algunas fueron agradables y otras no tuvieron mucha trascendencia. La opinión de esta bienal no fue del todo satisfactoria, pero al final, hay que tomar de lo bueno que siempre nos deja el arte, y que nunca resulta poco.

Cierra este 2022 con otros momentos importantes como el estreno en los cines capitalinos de Blonde, la película de Ana de Armas, la cubana que tanto está dando de qué hablar en Hollywood; la reinauguración del Teatro Martí, tras la tragedia de la explosión del hotel Saratoga, y que presentó un espectáculo en honor a aquellos que hicieron levantar otra vez la bella instalación.

Para la danza, subió el telón con la 27 edición del Festival de Ballet, de lujo, como estamos acostumbrados; el 43 Festival de Cine Latinoamericano que no nos deja la mejor de las impresiones en relación a otros años; la XXIV Feria Internacional FIART, con una amplia presentación de expositores que en esta edición se extendió en fechas y también a los recintos de Pabexpo y Línea y 18; mientras que en la música, es inevitable destacar el IV Festival Habana Clásica, que verdaderamente nos trajo muchas alegrías. Con el apoyo de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) y la dirección artística del pianista Marcos Madrigal ofrecieron un programa inolvidable, con la participación de importantes músicos del panorama clásico internacional como el violinista Linus Roth (Alemania), Dmitry Sitkovetsky, violín y director de orquesta (EE.UU/Reino Unido), Tommaso Benciolini flautista (Italia), Emanuele Quaranta, director de orquesta (Italia), entre otros ; mientras que, desde la isla Guido López-Gavilán, director de orquesta, la soprano Bárbara Llanes, la violinista Lissy Abreu Ruiz, la flautista Niurka González, y las orquestas de Cámara de La Habana, del Lyceum de La Habana, la Camerata Romeu, por citar también a algunos destacados del patio. Muchos fueron los artífices que hicieron que este espectáculo haya sido de lo mejor de este 2022.

El ciclo del arte de este año, cierra de manera sobresaliente según constatamos sus amantes. Nos queda defender que la cultura cubana se mantiene siempre viva, constante, auténtica y de una calidad de la que inevitablemente se habla y se hablará a nivel mundial. Dos años de pandemia han revitalizado el arte de todas partes, ese que al final, siempre va a seguir siendo el que gane y nos mantenga vivos.

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