“La danza es el lenguaje oculto del alma”
Martha Graham
Hay imágenes que son poesía. Cada línea poética se construye a partir del uso de la luz, el color, la postura y de cada significado ligado a la historia que yace en la mente del fotógrafo.
En la serie de imágenes que nos presenta Jorge Luis Sánchez Rivera, hay una lírica perfecta. Este creador ama lo que el ballet le proporciona al lente, y no lo encierra en el gran teatro, sino que también lo sabe llevar a las calles.
En un contraste creíble y auténtico la virtuosa bailarina Lea Zayas Álvarez, estudiante de 3er. año del nivel medio de la escuela de ballet, se presenta en ocasiones cercana al mar, pero sin acariciarlo, adorarlo ni someterse a él. Sus posturas a veces son de una pasividad agresiva, otras veces relajada y alegre, simple y de luto, molesta, soberbia, segura y elegante.

El color rojo de sus vestidos se transforma. Cuando en la imagen, se muestra en su ropaje y el pie, representa entonces, esencialmente la braveza, la libertad, unido a una postura casi imposible físicamente, además de extravagante y provocativa. El mar acá parece secundario. Se presenta en un segundo plano desenfocado, pero resaltando a la soberbia bailarina. Mientras que, cuando el rojo cubre el cuerpo y la cabeza de la danzante, y sus brazos están unidos entre ellos, entonces pareciera que hay luto. Ella intenta decirle al mar que se quedará siempre firme, cándida y en recogimiento, aunque él embravezca. El luto en esta ocasión se nos traduce en entrega y compromiso de quedarse por siempre con alguien.

Sucede muy diferente cuando el rojo lo muestra en una camiseta y gorra de béisbol, pues su postura denota alegría y desenfado. Se trata de una suerte de armonía, al llevar la calidez del arte de danzar a la aparente frialdad de un estadio.

Acompañan una niña y un anciano a la bailarina en dos imágenes que salen del mar y se acercan a escenarios callejeros muy comunes. En ambas, los tonos son suaves, y la actitud más coloquial y cercana. En una defiende la vida que comienza y se lanza –literalmente- a la continuidad, y en la otra, pareciera describir el interior de un anciano que necesita ser libre de una silla de ruedas. En cada una de las dos fotos hay movimiento, hay vida y hay un sentimiento de positividad.

Volviendo al mar, la bailarina se viste de negro. En una, parece acariciar el aire, en un gesto delicado que se contrapone con la braveza del mar de fondo. Pareciera el decir adiós y una intención de tocar lo inexistente. Mientras que en la última imagen se torna desaliñada, confusa, pero perseverante. Su vestido negro la hace elegante, y su postura no deja de dejarnos un tanto turbados.
La bailarina de las imágenes de Jorge Luis no parece la misma en todos los momentos. Agradecemos sus expresiones que han quedado muy bien marcadas en el lente de este genio. Pareciera que ha fotografiado no solo a una virtuosa de la danza, sino a toda una actriz. Cuando nos acercamos a cada fotografía, vivimos danza y leemos poesía. Gracias a este artista y a su modelo por tanto arte.


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Buenos días. Muchas gracias TRIBUNA DE LA HABANA por esta publicación es algo hermoso para los ojos y es un alimento para el alma muchos éxitos para la bella Lea en sus estudios y espero verla muy pronto brillar sobre los escenarios.. y que decir del texto que acompañan las imagenes espectacular Felicidades. Saludos Karla.
Espectaculares !!!...muy bellas. Gracias
Excelentes fotografías, poesía para ver. Felicidades a bailarina y al fotógrafo.