Un grupo de jóvenes músicas, estudiantes y graduadas, compartieron sus experiencias en un taller organizado entre el Proyecto Palomas, la jazzista Zule Guerra y la Universidad de las Artes (ISA), como parte de la iniciativa audiovisual Todos los días son 8 de marzo.

Bajo el título Experiencias y estrategias personales de mujeres que validen su visibilidad en el movimiento jazzístico cubano e internacional, el encuentro reunió a jóvenes egresadas de conservatorios y el ISA, estudiantes de diferentes instrumentos, la cantante cubana Beatriz Márquez y parte del claustro y dirección del ISA, en un espacio para el intercambio y la improvisación musical.

Lizette Vila, directora de Palomas, explicó que el encuentro forma parte de la iniciativa Todos los días son 8 de marzo, que además de un documental homónimo, incluye varios encuentros de esta naturaleza.

En esta nueva búsqueda de las realidades cubanas, el Proyecto Palomas. Casa Productora Audiovisual para el activismo social tiene el acompañamiento del Centro Félix Varela, Care Internacional, la Embajada de Canadá, la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación, el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) “para realizar algo que consideramos trascendente: no estamos para festejar, no estamos solamente con ese deseo de luces, queremos luces, pero a partir de esas sombras que hay que borrar y hacer desaparecer”.

Foto: Raquel Sierra

Zule Guerra, jazzista, cantante y compositora cubana de reconocimiento internacional, declaró que el espacio le permitía compartir sus experiencias personales y las estrategia y herramientas prácticas que ha usado para, como mujer, abrirse paso en el mundo de la música y visibilizar la presencia femenina en la música, las artes y todas las profesiones, y en específico del jazz.

La mujer en el jazz tiene muy poca representación, especialmente en Cuba, aunque en el mundo hay muchas mujeres, pero en sentido general, somos minoría. Los retos han sido muchos porque es un mundo patriarcal y se remonta a la época del surgimiento del género, en los años 20 del siglo pasado, cuando la mujer tenía muchas limitaciones y no tenía permiso para hacer casi nada y en Cuba, mucho menos”, señaló.

De acuerdo con Guerra, “dentro de todo el proceso de reflujo entre Cuba y Estados Unidos, siempre han sido los hombres quienes han dominado la vida nocturna y la posibilidad de compartir en bares y cantinas, participar en las bandas y manejar instrumentos. Hay muchas historias de mujeres que han sufrido para tocar un instrumento, cuanto más no sería en un género tan complicado como el jazz”.

Aun cuando ya tenemos muchas más libertades y estamos en una mejor posición, consideró, hay un trabajo profundo que debemos hacer por muchísimas y diversas razones, entre ellas, que en Cuba no existe un lugar donde se puede estudiar jazz, ni siquiera una cátedra para la especialización, lo que limita, sobre todo a las instrumentistas, porque las cantantes han tenido, relativamente, mejores posibilidades de avanzar.

Tampoco existen en el país espacios diversos para la presentación de este género musical, pues con los años y las circunstancias, se han ido cerrando peñas, eventos y centros nocturnos donde este se difundía. “Hay muchas instrumentistas jóvenes como la pianista Marialy Pacheco, la baterista Yissy García, la bajista Tailín Marrero, entre otras, que están defendiendo el género en diversas partes del mundo”.

Sin embargo, suele suceder que en los eventos nacionales del jazz, rara vez las jazzistas cubanas aparecen en los programas como figuras principales y quedan relegadas como invitadas de jazzistas hombres, señaló.

De acuerdo con Enia Rosa Torres Castellanos, vicerrectora de formación del profesional del ISA, esta ocasión fue posible por la relación entre la Cátedra de Género de la Universidad de las Artes y el Proyecto Palomas.

“Ellos se acercaron buscando mujeres jazzistas –realmente son pocas estudiantes las que tenemos en la carrera que se inclinan hacia el jazz. Sin embargo, cuando indagamos siempre encontramos estudiantes que sí se interesan por este género y tuvieron a bien acompañar la iniciativa, justo el 22 de noviembre, día de Santa Cecilia, la patrona de la música”.

“Estamos luchando para haya un espacio y que el arte femenino pueda abrirse paso dentro del jazz a nivel mundial”, dijo Torres Castellanos.

Foto: Raquel Sierra

Espacios para la mente y el alma

Saxofonistas, pianistas, cantantes, trombonistas, sonidistas, compositoras, investigadoras, entre otras, cedieron a las provocaciones de Zule Guerra e improvisaron junto a ellas, lo que dejó roto el hielo.

Guerra compartió sus experiencias, lecciones aprendidas y hasta un breve catálogo de recomendaciones para tocar puertas, no cansarse, lograr el virtuosismo, pero no esperar por él para comenzar a dar los primeros pasos, no tener pena ni miedo en pedir ayuda, con humildad, respeto e imagen.

Las muchachas hablaron también sobre la necesidad de mayor preparación, de tener espacios para presentarse y tocar y compartieron sus consideraciones acerca del jazz y la música en general, que no debe tener distinción para mujeres y hombres; la necesidad de tener el apoyo de unas y otras y también del profesorado. Otros tópicos fueron la sobrecarga de labores domésticas tradicionalmente asignadas por la sociedad a la población femenina, que limita su tiempo para la práctica de los instrumentos; y esa convicción para no tener miedo, tocar y hasta equivocarse, como un camino al aprendizaje, el perfeccionamiento y el virtuosismo.

Según Vila, las expectativas se cumplieron, porque fue un encuentro donde coincidieron varias generaciones y también personas con capacidad de decisión, con una atmósfera de creatividad, de esa elevación espiritual, de ese sentido de prosperidad.

“Si se cumplieron esas expectativas porque esas jóvenes, esas profesionales graduadas del ISA, con un rigor, con un resultado además en su destreza musical, pudieron expresar lo que con anterioridad tal vez no habían tenido oportunidad de hacer…. la fuerza con que hablaron, la transparencia, el sentido crítico también en los análisis de lo que les pasa, fue lo más importante para mí”.

Según Vila, creo que surgió algo para esas personas decisoras de la Universidad de las Artes que es necesario, que urge una cátedra de música para el estudio del jazz, por lo que significa para ese gran grupo de artistas cultivadores y cultivadoras del jazz que, además de expresarse, quieren adiestrar y volcar sus conocimientos en jóvenes, quieren incursionar y lanzarse “a ese mar de improvisaciones que es el jazz”.

Para la directora de Palomas, también es una fuente de empleo para quienes se desempeñan en el profesorado musical y se convierte en una honra, porque el jazz ha estado poco promovido y reconocido en las estructuras que tienen que ver en el Ministerio de Cultura con darle un lugar donde se multipliquen estos conocimientos y estas aptitudes vocacionales”.

En el encuentro, se rindió homenaje al recientemente fallecido compositor y trovador cubano Pablo Milanés.

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