Ha partido Pablito, me dicen desde el extranjero y me niego a creerlo, lo niego tres veces, mientras me ratifican que hace diez minutos transmitieron la noticia y me niego a creerlo, se me antoja en este momento que la vida no vale nada, pero lo disimulo con el canto desgarrado de Yolanda en esta noche triste.

Te recuerdo entonces en nuestra última cita, aquel día memorable de septiembre de 2018, en el que cantaste a tu querida Habana en el más histórico de sus teatros. Esa noche dejaste la piel como en cada concierto tuyo, regalando a tu público uno a uno todos tus éxitos, y yo feliz coreaba una a una tus canciones.

Te recuerdo entonces durante mi juventud, en aquel concierto mágico en el Teatro Nacional, donde nos regalaste tu regreso repleto de amor y de un nuevo formato música de tu grupo, con Miguelito y otros tantos maestros, después de la larga recuperación que te exigió una de las tantas intervenciones quirúrgicas.

Me niego a creer que has partido, incluso cuando sabíamos que estabas muy enfermo a tus 79 años, mientras seguíamos con la esperanza de tu evolución hospitalaria en el lejano Madrid, me niego a creer que te has ido, es más te prohíbo que partas, porque cada canción tuya conforma la banda sonora de mi vida.

Hoy no me salen las palabras, solo puedo agregar que tu partida no es ni será jamás causa de un eclipse, los días venideros se llenaran de nostalgia y esperanza con la música que nos has regalado, porque cada uno de ellos tienen a partir de hoy, para todos los que te conocimos y queremos, aún más luz.

Se me hace un nudo en la garganta cuando pienso en tu carta a un amigo lejano y la dura realidad de que partes en esta noche de noviembre, hasta ese lugar donde te aguardan tus amigos que partieron antes, desde allí Querido Pablo nos seguirás regalando la magia de tu canto, en cada joven que haga suyos los temas tuyos, porque tus días de gloria jamás pasarán.

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