Vivir del cuento es uno de los programas más exitosos de la televisión cubana. El público lo sigue, lo espera y lo reclama todo el tiempo. Es de esos espacios humorísticos que ha sabido describir en pantalla lo mejor del cubano: su sentido del humor ante las situaciones que lo rodean. La clave del éxito lleva el sello de un
guion excepcional, junto a un colectivo de trabajo que recibe nuestros aplausos todos los lunes.
Precisamente, para conocer más sobre el programa, nos acercamos al escritor, profesor y humorista cubano Antonio Berazaín, uno de sus guionistas más destacados.
-¿Cómo llegas al programa Vivir del cuento?
-Anteriormente, había sido asesor de los participantes del programa Los amigos de Pepito, y junto a su director, Ignacio Hernández Benítez “Nachi” seguimos la misma línea con Vivir del cuento. Quizás mu
chos no recuerden, pero este programa comenzó en 2008 como una supuesta Academia del Cuento que estaba en casa de Pánfilo e iban cinco participantes a hacer chistes y se iban eliminando en cada ronda,
hasta elegir un ganador a final del mes. Yo era el padrino de los concursantes, me encargaba de indicarles cómo hacer los cuentos y se los escogía según las propuestas que traían. En ese momento, conocí a Aris Te
resa Bruzos, que actualmente interpreta el papel de Evarista, y que comenzó allí como concursante de esta primera etapa de Vivir del cuento.
-¿Cuánto tiempo llevas haciendo su guion?
-Posteriormente, que termina esta etapa, en 2010 comencé a trabajar como guionista del programa con la estructura que ahora lo conocemos. En un inicio, y durante un año, empecé escribiendo dos, de los cuatro
programas del mes, hasta que ahora realizo uno mensual. Esta ha sido mi labor durante estos 12 años como guionista.
-¿De dónde nacen las ideas?
-Las ideas salen de la realidad, de una conversación con un amigo, de algo que veo en la cola del pollo, en la del pan, de algún referente de libros y novelas, incluso a veces la gente me comenta algún posible argumento. Pero, sobre todo, salen del trabajo colectivo que se hace en Vivir del cuento. Las personas no lo saben, pero aunque yo sea el guionista, los guiones se van construyendo poco a poco en un colectivo,
en el que estamos nosotros, pero también el director y los actores: Luis Silva (Pánfilo), Mario Sardiñas (Chequera), Wilber Gutiérrez (Chacón) y no puedo dejar de mencionar a Marlon Pijuán (Isidoro) que ha
sido la adquisición más nueva y que aporta mucho a los chistes que se van agregando a las situaciones. Hay que reconocer el trabajo en conjunto porque eso garantiza la calidad del programa, y lo diferencia de
otros en el que el guion es obra exclusiva de una persona. No hay dudas que los procesos colectivos superan lo que se hace individualmente.
-¿Cuán difícil es inventarse nuevas ideas y cómo soluciona cuando no se le ocurre nada?
-Inventar nuevas ideas es muy difícil, pero para eso está la realidad y la experiencia. Pienso que lo más complejo es el argumento. Cuando tienes una buena historia, es más fácil, porque insertar chistes, es un
problema de oficio. Es verdad que a veces existe la famosa página en blanco de los escritores, que no se te ocurre nada, pero entre todo el colectivo tratamos de resolver esa situación y se va librando una batalla
contra la no creatividad.
-¿Qué significa Vivir del cuento para usted?
-Es una parte importante de mi vida, y diría que es la parte más creativa. Soy profesor, trabajo en el Instituto Superior de Diseño (isdi) y trato de que mis clases sean distintas todos los años, pero indis
cutiblemente, no es un trabajo tan creativo como hacer el guion del programa.
Esto a mis 70 años es importante porque me mantiene con las neuronas activadas. No voy a decir de los 14 años que llevamos juntos, sino que individualmente, a Luis Silva lo conozco desde el año 1998, a Mayito desde 2000, a Chacón desde el 2006, a Nachi desde 2002 y son personas con las que he compartido durante mucho tiempo, y son parte de mi vida. Vivir del cuento es una familia, a veces discutimos
mucho, pero al final siempre se impone el mejor criterio, y pienso que allí está el mérito del programa: hacer un trabajo colectivo.
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