Foto: Tomada de Redes Sociales

El paisaje es una de las temáticas primeras y más arcaicas que resultaron de interés para los artistas. En las antiguas civilizaciones de China y Egipto, los frescos romanos preservados de Pompeya y Herculano, en la Edad Media, en el Renacimiento, así como en toda la modernidad y posmodernidad, ha sobrevivido y existido de manera armoniosa, siempre condicionado y adaptado a los intereses propios de los artistas en cada uno de sus contextos. Es decir, en la contemporaneidad se adecuó a formas cubistas, expresionistas, puntillistas, impresionista, surrealistas propias de las vanguardias artísticas, y posteriormente, proliferó bajo una mirada más hiperrealista. Lo que queda demostrado en la historia del arte es que con el paisaje se ha experimentado y se han logrado obras de tantísima calidad.

En los momentos actuales del arte cubano, no son muchos los artistas que trabajan de manera completamente fiel con esta temática. Las problemáticas de índole político, social, económico del contexto posmoderno, abrieron las puertas a nuevas formas de crear, donde la pintura no siempre se concibe como medio de expresión. Con estos cambios surgió, también, un nuevo concepto de paisaje, que muchos artistas se apropiaron de él. Cuando encontramos entonces a creadores que destaquen por su fidelidad a la temática paisajística más pura, nos alegramos por su valentía en mantener viva la tradición.

Es el caso de José Perdomo García (Sancti Spíritus, 1961), un veterano del arte cubano que sobresale por la creación de paisaje muy cercano al hiperrealismo. En su exposición personal Breves espejismos, que presenta hasta finales de agosto en Galería Collage Habana, el artista propone un conjunto de pinturas de paisaje rural con un toque surrealista, al incorporarle otros elementos, evidentemente descolocados al contexto, por su vínculo con la ciudad. Al frondoso paisaje con aguas cristalinas, le agrega un barrendero en plena labor, un cesto para la basura, mientras que, en el camino campestre ubica un semáforo de tránsito y una grúa. Sumado a ello, Perdomo sustituye el reflejo en el agua de la palma por un faro lumínico citadino, coloca una alcantarilla como medio para escurrir el agua de las lluvias en un poblado bosque y traslada una zona del campo al malecón habanero. Cada uno de estos elementos pareciera responder a la búsqueda del artista por escapar de lo herméticamente tradicional, a la misma vez que representan símbolos de lo cotidiano, de lo fácilmente no apreciable por el transeúnte.

José Perdomo tiene en sus piezas una voz crítica que nos remonta a la expresión de los pintores europeos del siglo xix que trajeron a la escena del arte el estilo realismo: la búsqueda de representar la realidad tal cual.
En palabras del artista sobre la expo: “…Breves espejismos propone una visión personal, al conformarse en una misma función discursiva, elementos provenientes del entorno urbano que se insertan en un contexto rural o viceversa, para crear una nueva realidad. Esta descontextualización permite atraer diferentes lecturas en el perceptor, lo que acentúa la función polisémica de la obra, más allá de su mera contemplación pasiva.

“…Se introduce la figura humana (un barrendero) y animales como fragmentos de un todo; sus diferentes posturas ofrecen otros subcontenidos latentes como lo socio-ecológico….”.

En la técnica empleada para la concepción de cada pieza, se denota el uso sobrio del color y el empleo de la textura vigorosa y sobresaliente a nivel visual, que, según el artista, le otorga: “… personalidad propia al paisaje del archipiélago cubano”.

Le invitamos entonces a disfrutar de esta exposición de un artista que no solo sabe cómo crear ese paisaje que enamora, sino que lo hace de una manera provocadora, pues le interesa que su obra vaya más allá de lo contemplativo. Insistimos, esto es lo que se llama buen arte.

Ver además:

El Mejunje Teatral en La Habana