Pocas veces se tiene el privilegio de escuchar una voz con un registro de tonos capaces de alcanzar la sonoridad imprescindible para interpretar canciones de casi todos los géneros que incluyen desde la interpretación de los cantos yorubas, el bolero, el son, hasta el jazz más atemperado a la contemporaneidad de estos días.
Sucedió. El Disco Con permiso de Asché fue más que un homenaje para evocar a quien Don Fernando Ortiz la bautizó con ese sobrenombre que hoy parece ser olvidado.
Sobre el fondo del escenario del pequeño teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, la imagen de la Pequeña Asché ocupaba el espacio en retrospectiva, mientras la cantante Zunilda mostraba sus potenciales histriónicas en la compañía de un invitado especial, el tempestuoso Pancho Amat, y una pléyade de jóvenes virtuosos dirigidos por el maestro Joaquín Betancourt.

Agradecimientos, aparte, de Zunilda a la disquera Egrem que la representa, al público que la ovaciona por sus 40 de vida artística, al propio Amat que la define como un baluarte de autenticidad y cubanía.
Las palabras del maestro Betancourt, sentidas más allá de compartir 22 años de sus vidas: "la satisfacción de haber realizado este disco como un homenaje necesario a Merceditas Valdés".
Afuera la noche regala un verano hermoso a residentes y visitantes de La Habana, la ciudad-hogar. Dentro del Museo el silencio cómplice se arropa en la oscuridad.
Los que estuvieron sienten la emoción del concierto que no fue transmitido, pero despertó a Merceditas justo en su centenario. Una deuda que debe ser saldada en un espacio desde el cual podamos disfrutar de una de las voces femeninas más notables entre dos siglos: Zunilda Remigio, la nueva Asché.
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Felicidades por la organizacion y la cantante tantas Benediciones Nuestras raices africanas la escencial de la cultura Cubana.