Entre el gremio de actores era común cuando arreciaba la situación económica escuchar la frase “Voy a hacer un tra, la, la” refiriéndose al dominguero Tras la huella. Lo anterior casi siempre venía acompañado de los chistes sobre los personajes trillados y clichés que tocaría afrontar o los textos antidramatúrgicos que luego servirían para caldo de memes. Aunque las estrategias han variado en la concepción de este programa, la verdad es que con las recientes entregas se retrocedió unos pasos en esa especie de espiral retrospectiva hacia un lugar común.
En detrimento del gustado género de la novela policial nuestra versión contemporánea se ahoga en la búsqueda de situaciones sociales de actualidad, solidez. No en la temática en sí, más bien en su pobre desarrollo y la insípida caracterización de los personajes principales, que nunca llegamos a conocer en profundidad. Quizá tratando de humanizar roles que por su estatus son definitivamente lejanos, los volvemos más inaccesibles. Si la fórmula como en este caso se deriva de chistes y frases cuyo sentido del humor personalmente no compartimos la generalidad del público, o poses alejadas de esa preciada sensibilidad que caracteriza al cubano, es bastante complicado sentir a los protagonistas de la serie.
Una dramaturgia policíaca seria no se debe permitir la construcción de interrogatorios monotemáticos y cortos de tela detectivesca. Menos me parece conveniente dejar al libre albedrío actuaciones monocordes y carentes de emoción incluso cuando se enfrentan a situaciones extremas. Para el final, pero no menos importante, quedaría refinar las coreografías de peleas entre los representantes de la ley y quienes delinquen para que no quedaran en tablas gimnásticas, dignas de la clase de educación física de una escuela secundaria.
Hay que poner rigor a esos productos que le cuestan a nuestra televisión en presupuesto, revisarlas, filtrar, consultar a los respectivos asesores para que el público no se sienta irrespetado cuando al final de una larga semana no encuentre ese momento de relajación que tanto necesita el cubano. Tal vez se hace urgente explorar los caminos del entretenimiento inteligente. La marca de salida hacia la carrera por la excelencia está hecha y existe una inmensa lista de referentes nacionales y foráneos de los cuales beber.
Otras informaciones:
De acuerdo con Uds Por favor no transmitan Tras la cuella con la loca o ninguna calidad de interpretacion. Los actores deben ver "Sector 40" ; UNO En silencio ha tenido que ser para que aprendan lo que es una actuaciòn piliciaca. Gracias
Desde el respeto va este comentario: Cómo hacer las cosas bien se sabe, directores y guionistas con experiencia e inteligencia tenemos -PERO- el querer hacer una policía esterilizada de conflictos y dudas humanas hace que los nuestro en pantalla no resulten creíbles y por tanto el deshielo de los actores no puede ser mejor desde un personaje diseñado monocorde y sin matices por exigencias de extra artísticas (supongo) en donde un policía u oficial no se equivoca NUNCA y por supuesto jamás duda o se corrompe y los delincuentes son malos "porque si" y nada hay tras su conducta delictiva y eso NO es real y lastra la credibilidad de cualquier historia.
El anticlimax ha llegado a un punto donde la gente esta diciendo que le caen mal los policías de la serie y mejor los delincuentes. Hubo uno en la cola de panaderia ayer que dijo que el peor era el jefe. Que no hay investigación, que todo se resuelve a golpe de delación. Osea todo al revés de lo que debe ser.