Hoy nuestra parrilla televisiva, luego de varios años de diversos intentos, regresa la pasión a los televidentes por sentarse frente a la pequeña pantalla. No pocos son los criterios sobre esta u otra propuesta, la verdad es que la calidad se impone como requisito ante la metralla de series, películas y otros productos que llegan desde las más diversas latitudes. Hoy, incluso, antes de hablar sobre la nueva versión de la novela Rebelde o de la última entrega de Batman escuchamos a jóvenes y adultos mencionar a Calendario.
Y no hay chovinismo barato en mis palabras ni “guataconería”, porque también es cierto que, en cuestiones narrativas, lenguaje audiovisual y otros detalles, la serie se queda desfasada en principios de los 2000. Ahora bien, para mí lo primordial, el conflicto y las circunstancias de cada uno de los personajes se impregnan de una actualidad aplastante y necesaria.

Pienso cómo cambió mi perspectiva, mucho de lo que consumí en la televisión en mis años de adolescencia y muy poco de ello era producto nacional. Hoy las nuevas generaciones pueden encontrar representatividad en Bruno o Beyoncé, así también encontrarse en la poesía con la que se defendió Maikel; más importante aún es como ya muchos profesores se sienten retados por el ejemplo de Amalia y recuerdan la razón para seguir la senda de la enseñanza.
Mucho podemos hablar de las cualidades histriónicas de este joven elenco y también de los consagrados actores Mayra Mazorra y Osvaldo Doimeadiós, entre otros, que con maestría secundan la trama.
Pero en Calendario el protagonista principal es el público, aquel que después de cada capítulo réplica en Instagram y Facebook los diálogos más emotivos, la enseñanza pegajosa. No se abarca todo lo significativo y actual de nuestra sociedad, mucho queda para una segunda temporada y otras propuestas que se atrevan a sacar conversaciones polémicas y sinceras sobre adicciones, homofobia, violencia y tantas aristas que golpean nuestra realidad.
También habrá que continuar desterrando la inercia y experimentar sabiamente en nuevas maneras de contar, influir y construir una televisión que refleje a Cuba.

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