Para las personas con discapacidad visual la cultura hace florecer la autoestima y aporta claridades a sus perennes sombras, lo mismo como protagonistas dentro de la música, la literatura o el teatro –en ese orden están las preferencias-, o también en condición de espectadores.
Tal es el sentimiento que inspiran las palabras de Carlos Abel Ramírez Vega, Jefe del departamento de Cultura, Educación y Relaciones Públicas de la Asociación Nacional del Ciego (ANCI), cuyo andar desde sus días fundacionales, en 1975, trazó, como parte de las prioridades, el acceso de ese segmento de la población a las diferentes manifestaciones artísticas, sustentado en un programa de amplio alcance.
Nacieron entonces los eventos de aficionados, vistos como una de las bases más sólidas, a fin de entronizar la intervención activa de los asociados en la cultura. Ello propició el despliegue de los festivales culturales provinciales y nacionales, cantera para descubrir a un gran número de personas con probado talento, quienes después lograron profesionalizarse.
“Estos certámenes alcanzaron un alto nivel, al punto de poder llevar a nuestros mejores exponentes a citas internacionales, como es el festival de la canción que tiene lugar en Guatemala y donde Cuba ha cosechado cinco primeros lugares, dos segundos y dos terceros”, advierte el directivo, tras señalar que allí se palpa la admiración al desempeño de la Asociación y a Cuba en general.
Pero igual en el campo de la literatura, las personas ciegas y con baja visión hallan espacio y gratificaciones desde que la ANCI estimuló el surgimiento de talleres literarios dentro de la propia organización, y un tiempo después se integraron a los de las Casas de Cultura.
A juicio de Ramírez, se estableció una fructífera alianza que derivó en premios nacionales y una escalada a certámenes internacionales. Uno de los más recientes reconocimientos lo obtuvo Pablo Torres, de La Habana, merecedor del primer lugar de poesía en el concurso Tiflos, de la Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE), sumado a los que ganaron otros exponentes del género radicados en varias provincias de Cuba en ediciones anteriores.

Carlos Ramírez recordó la impronta de la obra del maestro Frank Emilo Flynn, reconocido pianista cubano, quien a su prestigiosa trayectoria se le añade la conformación de un manual para la enseñanza de la escritura musical creada por Luis Braille.
“Hoy sigue teniendo total vigencia y es ejemplo de cómo puede asegurarse la presencia de nuestros asociados en las Escuelas de Instructores de Arte, donde muchos de sus egresados continúan trabajando en esas instituciones y otros siguen el camino para ser profesionales”.
Desde 2012 la ANCI ocupa un stand en la Feria Internacional del Libro de La Habana, que da la posibilidad de adquirir de manera gratuita libros en Braille, audiolibros y en digital. Para ese esperado evento se garantiza la edición de unos diez títulos que constituyen novedades, los cuales se unen a los de años precedentes.
“A través de la cultura las personas ciegas y con baja visión nos incluimos en la sociedad”, acotó Guillermo Rodríguez Llerena, secretario de ese frente en la ANCI habanera, quien significó “el permanente apoyo de la Dirección Provincial de Cultura de la ciudad para que nuestros artistas asistan a las actividades programadas en espacios públicos abiertos durante el verano –excepto durante la etapa de COVID-19–, y también en las jornadas por los Derechos Humanos, cada diciembre”.
Señaló, además, el alcance de los festivales de teatro como el Unicornio y el de narración oral Abril palabras andantes, promovido por el Centro Provincial de Cultura Comunitaria.
Vea también: