Una vez más los televidentes que esperaron el capítulo quinto de la serie Promesas recibieron una puesta en escena caracterizada por una magistral combinación de los recursos del audiovisual para abordar las sutilezas de un tema polémico y actual como es la situación protagonizada por una mujer en el borde de un matrimonio joven con una relación de tres lustros a punto de quebrarse por el agotamiento causado por la rutina y los factores externos que influyen en la formación y sostenibilidad de un núcleo de familia, aderezados en una dramaturgia que logra conducir el suspense desde el principio hasta el final.

El equipo integrado entre otros por Amílcar Salatti, bajo la dirección general de Mirta González Perera, otra vez nos muestra una fotografía devenida en coprotagonista gracias a Jesús A. Urrutia (Tito) y Claudia Ruiz Lorenzo, con el guion realizado por Serguei Svoboda, pieza clave fundamental del éxito de este capítulo, dirigido por Yoel Infante.

La actriz Yenisse Soria, convincente en todos los planos, construye el camino hacia el personaje que representa en un diálogo sostenido con el carismático Roberto Espinosa, en el papel de León, y el sorprendente Delvis Fernández (Benito), marido de Josefina, y la carga psicológica que representa el padre, bajo la piel del reconocido primer actor del cine y la Televisión Cubana, Patricio Wood.

Con Josefina pudimos disfrutar –invitados en primera fila- del abordaje de las escenas eróticas como un complemento de la historia narrada –incluso con resortes del suspense- y no el centro del tema que se expone.

Precisamente en toda la puesta, el televidente descubre los peligros de la rutina en el matrimonio cuando dejamos de ser dos y hacemos partícipes la influencia directa de terceros, como es el caso de la amiga de Josefina que logra cumplir su objetivo: totalmente desconocido hasta el final del capítulo en el cual la protagonista sale a la calle con un rumbo incierto.

Pudiéramos, fue mi primera intención, escribir de la familia, los ejemplos que influyen en los hijos en la construcción del matrimonio, la satanización de la mujer liberada de ataduras y esquemas, la cuestionada infidelidad y un largo etcétera. Pero esta vez la realidad nos muestra que puede ser Josefina mucho más que un personaje y, a la vuelta de la esquina, encontrarla dentro de nosotros o la familia.

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