En Sábado del Libro virtual se presentó Valoración múltiple de Roberto Bolaño del fondo editorial de Casa de las Américas, una edición al cuidado de Roberto Rodríguez Reyes.
Las valoraciones múltiples, como se conoce, son colecciones de Casa de las Américas muy singulares e importantes dirigidas, sobre todo, a estudiosos, profesores y estudiantes de literatura. Han visto la luz desde 1979 con decenas de volúmenes; empezó precisamente con libros dedicados a la obra de Gabriel García Márquez, Juan Carlos Onetti y Juan Rulfo, entre otros.
En esta ocasión, la colección está destinada, al decir de su presentadora Susana Haug, a uno de los grandes escritores ya no de la literatura latinoamericana o de las literaturas latinoamericanas en plural, sino de la literatura mundial o de lo que hoy se entiende como la literatura global.
Bolaño, al decir del moderador Jorge Fornet, director del Centro Literario de Casa de Las Américas, es de los grandes fenómenos de la literatura latinoamericana de entre siglos; pasó de ser, de la noche a la mañana, un autor casi clandestino a una especie de estallido cultural.
El texto aborda lo que se ha venido a llamar el efecto Bolaño o la epidemia Bolaño porque estamos en presencia de un autor que ha trascendido el marco de lo nacional y lo continental para convertirse en una suerte de mito “al que se le repudia y se le ama con igual y encontrado frenesí, casi con las reacciones que provocan las películas de Almodóvar”.
Este volumen, como casi todas las valoraciones múltiples, muestra esa complejidad a través de una estructuración, según la presentadora, muy inteligente para mostrar con organicidad esa amplitud, digamos, de facetas que han de verse unidas. Estos ensayos apuntan no solo a esa comprobación de que es imposible clasificar a Bolaño como un narrador meramente, un novelista o como un escritor de novelas de largo aliento, pensando en su ambiciosísima 2666, con más de mil páginas, sino que muestra también a las llamadas literaturas menores de las zonas menores que no son tales; dígase, por ejemplo, Estrella distante, Nocturno de Chile o ciertas zonas de Amuleto, novelas de pequeña envergadura; sin embargo, de una intensidad y de un fulgor irradiantes, donde quizás la “novela total” no sea la mejor de este escritor, pero tiene folios de una intensidad que cualquier escritor latinoamericano, o no, hubiera querido escribir.
Para finalizar, cómo se debe de leer a un autor que nunca tuvo pelos en la lengua para hablar y para destruir, aniquilar el canon literario, incluso para hablar de las grandes derrotas de la historia latinoamericana y del mundo, según Haug, sin sacralizaciones e idealizaciones, debe leerse sin miedo y con mucha irreverencia; no empezar ni por las obras canónicas ni por las obras no canónicas. “Bolaño es antiprescripción y creo que por donde se empiece, siempre vamos a estar en presencia de un fragmento, un poco recordando la poética lezamiana del fragmento que imanta a otros fragmentos. Es una obra pensada holísticamente para luego integrar todos esos fragmentos en un gran mosaico que sería la ópera magna. […] Por un lado, un posible texto para entrar a Bolaño pudiera ser Los detectives salvajes porque está plagado de todas las marcas del romanticismo, a la vez que rescata el espíritu de las vanguardias, un espíritu no cargado tanto de esperanza por la presencia de las neovanguardias que han sufrido también el impacto de las dictaduras […] porque cierra más el ciclo y se refiere a la búsqueda de no se sabe qué, pero al movimiento, al viaje por el viaje, a no estar anquilosado, a salir de nuestras zonas de confort. Sin embargo, si queremos horrorizarnos, si tenemos tiempo para hacer una lectura en partes, una lectura que no es dado por nocaut […] yo recomiendo con mucha calma 2666.
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