El pasado 17 de febrero cumpliría 94 años. Su hijo Juan Guillermo, junto al mítico Septeto Santiaguero, le regaló un homenaje especial en la versión de una de las obras más conocidas, dentro y fuera de Cuba, en el amplio repertorio musical creado por el comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque: El Traguito, pieza popularmente conocida por Dame un traguito, grabada en los Estudios Siboney que fundara el propio Juan Almeida (1980). La obra se inserta en el audiovisual que también abre la nueva producción discográfica de Juan Guillermo y su orquesta, titulado Llevo la música en el alma, muy esperada por los seguidores del joven músico y compositor que refiere haber recibido el privilegio de heredar y continuar el legado musical de su padre.
La versión y el acompañamiento sonoro del Septeto Santiaguero confieren ese toque tradicional de los orígenes del son cubano acodado en las raíces de la trova en la Isla, en la cual perdura el camino labrado en el pentagrama por Miguel Matamoros y Sindo Garay, por citar dos ejemplos, que trascienden por la especial
mezcla de instrumentos de cuerdas y viento, así como el modo de acoplar las voces en el llamado montuno signado por el estribillo. Sin alejarse de la manera tradicional, el Septeto Santiaguero establece un puente para dialogar musicalmente con el aporte de la estética contemporánea y fresca del joven JG.
La nueva versión de Dame un traguito, obra creada a partir de una vivencia personal –según testimonios del Comandante Juan Almeida– cuenta con la dirección artística de Alexander Legró, la colaboración de la Escuela de Baile Sandunga, la Compañía de Modelos del Bar Sant Pauli, la pareja de baile Ébano y el equipamiento tecnológico de la compañía Todo Por Santiago; mientras que la dirección audiovisual
está a cargo de El Templo Producciones y fue grabada en el Salón del Son, sede del Septeto Santiaguero en Santiago de Cuba.
Sobre el pentagrama de la Isla queda el patrimonio de su obra sonora, aderezado con esos timbres de la música tradicional cubana, de una Lupe convertida en himno de amor, en la guaracha que dibuja la particular esencia de identidad y cubanía.
De su natal Arroyo Naranjo, en La Habana, el orgullo del Héroe de la República que unió su nombre a la historia de Cuba entre los elegidos del Moncada, protagonista contra la ignominia que pretendió callar el pensamiento de Martí, en el llamado Presidio Modelo, el guerrillero en el Granma, de la Sierra, junto a Fidel, a La Habana de aquel día de enero, pleno de la clarinada.
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