Hacía tiempo que desde Instagram me saltaban publicaciones sobre una nueva serie para internet. Al ver los carteles promocionales primero pensé que sería una producción española o de algún país caucásico, pero para mi sorpresa, esta nueva propuesta había sido grabada en Cuba y hecha por cubanos.

Su nombre: 10 latidos por segundo, y se une al naciente movimiento audiovisual que desde las redes sociales pretende establecer nuevas plataformas de entretenimiento y comunicación.

Desplegando recursos como la fotografía y la banda sonora, pero descuidando otros como el guion y las actuaciones, con una trama sencilla y fresca nos presenta a un grupo de jóvenes en edad universitaria que se enfrentan a conflictos emocionales tales como la ruptura de pareja, las relaciones entre amigos y la apertura sexual.

En tiempos donde nuestros medios luchan por reinventarse, educarse y dialogar, mostrando historias de diversidad, parejas interraciales, entre otros muchos, 10 latidos por segundo se queda en el intento.

Este "piquete" donde todos son de piel blanca, excesivamente maquillados y ensimismados en una realidad inverosímil de bares a la moda, escapa por momentos al teatro o a comer rositas mostrándonos la necesidad de búsqueda de un sentido o una identidad.

Los jóvenes intérpretes, en su mayoría Youtubers, influencers e instagrammers en crecimiento, son sin duda una buena táctica para atrapar al público adolescente, pero aún muy verdes y poco preparados para la responsabilidad de crear personajes, incluso cuando sean simples y sin grandes exigencias.

Las caracterizaciones sin grandes ambiciones, retratan caricaturas y clichés sobre la homosexualidad, la adolescencia retrasada y las circunstancias que introduce la trama.

Aunque dicha serie todavía se balancea por las ramas de un melodrama virtual, marca el comienzo de nuevas maneras para crear. Esperemos que en próximas entregas abunde la investigación, la profundidad y sobre todo una imagen de nuestra juventud más real, diversa, multicolor, alejándose de paradigmas excluyentes, incluso racistas y semielitistas.