Desde la distancia me llegaban comentarios de que otra vez el espacio de la telenovela cubana estaba ganando adeptos entre los televidentes nacionales. Llovían los memes por redes sociales del “Machi”, valoraciones de aquella actuación, mejor que otras, y sobre todas las cosas el protagonismo y talento de los más jóvenes del elenco. Aunque me perdí literalmente los primeros capítulos logré poco a poco engancharme, remplazando algunas horas frente a Netflix, con la intensa historia de Lía, las problemáticas circunstancias de la doctora y los conflictos que propone El rostro de los días. Fue entonces que logré completar a cuatro manos una valoración un poco más completa.

Es así que personajes como Sheila (por Karla Domínguez) pasa de ser la buena amiga o hermana a  representar una voz auténtica, fresca y sensible. Sobre su rol y la importancia de contar historias como esta, nos cuenta: “El tema del abuso sexual no está alejado de la realidad de muchas jóvenes hoy en Cuba y el mundo, me gustaría que esta obra sirva para todas aquellas personas que pudieran atravesar por una situación similar, desde cualquier perspectiva. Es imprescindible que aprendamos a hablar sobre esto, saber que le puede pasar a cualquiera y que, ante un caso, lo importante es vencer los miedos sin importar el que dirán y brindar ayuda real a la amiga o amigo que esté sufriendo”.

Rodrigo Gil Echenique interpreta a Saúl, un adolescente al que califica como un enamorado de la vida. Aunque sus padres son profesionales de la Siquiatría y la Sicopedagogía, inculcaron en su hermana y él, desde pequeños, el arte. En su joven hacer cuenta con la experiencia de haber bailado bajo la tutela de la maestra Lizt Alfonso a quien agradece en gran parte la soltura y expresividad con la que cuenta hoy como actor.

“Para mí Saúl es una bendición que llegó a mi vida en un momento donde necesitaba aferrarme a un proyecto que fuera importante. Me enamoré del personaje desde el primer momento porque me dio la oportunidad de mostrar a ese adolescente que tenía tanto por decir. Él es digno de admirar porque tiene cosas claras en su corta edad, como la importancia de la comunicación en la familia, incluso ante  estructuras disfuncionales. Y es por situaciones como las que se presenta en la novela que es bueno mirar y observar siempre a nuestro alrededor, dentro de nuestras casas y establecer el diálogo sabiendo que podemos ser víctimas o cómplices por nuestra ignorancia”.

Liliana prestó su piel y su voz para que Lía fuera un ejemplo tangible de lo que puede suceder ante el descuido y la negligencia. Sobre su experiencia como actriz en un rol desgarrador nos contó que lo más complejo fue transitar por la transformación física y emocional de su personaje luego de la violación.

“Cuando mostramos una realidad como esta al público, una realidad triste, pero que pasa, haces que las personas se sensibilicen y reflexionen sobre las consecuencias nocivas para los seres que amamos al no ver lo que se nos presenta. Hacemos a los demás un poco más inteligentes y los educamos para evitar la violencia y el acoso”.

Es así que El rostro de los días, aunque todavía no llegue a ser el producto televisivo que nuestra actualidad necesita, se acerca bastante. Recursos como los resúmenes de lo ocurrido en el capítulo anterior abusan de la corta duración de cada entrega, limitada luego por escenas musicalizadas extensas y que no aportan a la trama.

Las actuaciones cuentan con un balance y matiz integrador, incluso interpretaciones no tan logradas brillan por la intensidad e interés que causan en el público, llevando a los menos inteligentes a reaccionar de formas violentas contra ellos en redes sociales. Otra vez el espacio de la telenovela causa la necesaria polémica social, llamando la atención de padres, abuelos, amigos sobre asuntos peliagudos.