Los cubanos tenemos fama alrededor del globo terráqueo de muchas cosas, entre las más sobresalientes está esa inventiva casi mágica con la cual logramos casi siempre la maravilla. En estos últimos meses y en general el actual año 2020 nos ha retado una vez más a explorar fuera de los límites de la cordura para continuar realizando trabajos creativos y necesarios para la sociedad.

Vivir del cuento, serie del género comedia, más que conocida por cubanos dentro y fuera de la Isla, probó también de lo que son capaces los artistas para llegar hasta cada hogar que decida albergar a la sonrisa y la reflexión. Ya sea desde la pantalla de un televisor o en un dispositivo móvil, dicho programa ha marcado a más de una generación.

No sería la pandemia quien borraría del imaginario popular la "Panfilomanía", pues el equipo de Vivir del cuento, junto a sus vecinos, amistades y familia transformarían cotidianos recovecos en improvisados pero ingeniosos y efectivos sets de televisión. Así quedó demostrado en el reciente capítulo donde lejos de cualquier autobombo, los personajes abandonarían por un momento sus máscaras para homenajear a todos los que contribuyeron a hacer de cada entrega una realidad, en especial sus familias.

Celulares, escaleras, cinta adhesiva y todo lo que sirviera transformó el trabajo de guionistas, actores, editores, etc.…, en un arma viva para crear. Seguro que, si a Luis Silva o a otro actor y actriz les hubieran prevenido lo que aconteció, poco crédito y hasta unas buenas risas hubieran regalado. Es que sólo ante la inminente dificultad, el artista sincero se crece y olvida los pesares. Siempre quedan en el gremio resaltados, incrédulos, que prefieren esperar a que todo pase y que lo haga alguien más, conformarse y quejarse. Para vivir del cuento sólo hace falta un corazón de artista y la enfermiza necesidad de hacer.

No pocos quedamos maravillados ante la humildad y esfuerzos de ese equipo de trabajo que cada semana coloca a nuestra disposición una escena cubanísima. Es que nada se compara a la magnitud de la conexión que se establece entre un producto artístico pensado y realizado con propiedad, incluso en momentos donde las circunstancias agravian. No es necesario aclarar la necesidad de espacios como Vivir del cuento y disipar poco a poco la idea de que no podemos producir una televisión de calidad para un pueblo que se mantiene fiel a ella en su gran mayoría.